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Luzu entro a la gran mansion y le dio un vistazo rapido, habian una cuantas cosas esparcidas por el suelo y parecia que no habia limpiado desde hace tiempo.
Cuando finalmente dejo de ver el desastre se giro a Vegetta.

— ¿Como te encuentras?

Fantásticamente, solo mi pareja me pone los cuernos con su mejor amigo y no tiene los huevos para decírmelo a la cara.

Obviamente no le iba a decir eso, nunca le había gustado ser el centro de atención y esta vez no iba a ser la excepción.

Así que al final solo respondió con dos palabras.

— Estoy bien

El contrario rodó los ojos, lo conocía desde hace años, sabia que no le iba a decir la verdad, y por eso también sabia que cuando más insistiera más se cerraría en si mismo, en su cúpula.

— Ultimamente no te he visto por el pueblo.

Claramente era una indirecta del porque de su repentina desaparición del mundo exterior.

— O si, he estado eh trabajando en algunos proyectos.

Y eso no era mentira, pues cuando no estaba hecho mierda llorando en el cuarto que compartía con Willy, estaba construyendo alguna chorrada que se le viniera a la mente o simplemente pasando el tiempo decorando.

El de sudadera negra arqueo una ceja, puesto que aunque sabia de su afición de construir cosas, sabia que había algo más, su instinto de Mami Luzu lo decía y nunca falla.

— Deberías conseguir ayuda - Vege estaba apunto de reprocharle pero de igual manera Luzu continuo - Sabes que siempre puedes contar conmigo para todo, pero creo que deberías visitar a Auron en su consulta.

Como si el no pudiera cuidarme solito, pensó Vege, no necesito ayuda.

—¿Para que viniste Luzu?

Ahora ya pregunto un poco molesto.

—Oh si, solo venia a preguntar como estabas y - extendió su mano con una caja de galletas, que antes el morado no había notado que llevaba - hice galletas y pensé que te podrían alegrar.

Triple siete agradeció el gesto y se despidió de Luzu al cual acompaño hasta la puerta.

Se volvió a tumbar en la cama, un poco adolorido, puesto que las heridas aun no habían sanado, la caja de galletas estaba abiertas en la mesita y por lo menos ya se había zampado un par, debía reconocer que estaba muy buenas.

Entre galleta y galleta la puerta principal se abrió y pudo notar como sus pelos se ponían de punta.

Su cerebro voló en la idea de esconder las galletas, pero se paralizo y no pudo responder tan pronto.

Los pasos se acercaban cada vez más, lo podía oir, sentir.

Oh no.

———

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Morado [Aurongetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora