Es como si tocas una brasa: te hiere la piel, quema y finalmente acaba dejando una marca; una cicatriz.
¿Volverías a tocar es brasa sabiendo lo que eso conlleva? Pues claro que lo harías.
El problema es que: a veces quieres volver a tocar la brasa pero esta ya se ha apagado y no te da la oportunidad de quemarte de nuevo. Y lo único que queda de ese amor que alguna vez brilló con tanta fuerza e intensidad, son unas cuantas ascuas que no volverán a arder jamás.
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Little talks with The red cheeks girl
PoesíaPequeños relatos e historietas en formato poesía, o al menos esa es la intención.