Despierto y miro por la ventana.
Cruzo miradas con Drake. Me ruborizo. ¿No ríe? ¿No le causa risa verme despeinada y ojerosa?
Pasa el rato, me visto y me arreglo. Sé que está esperando a que salga.
-¿Y tú a dónde piensas ir? Que no se te haga costumbre salir con ese chico, Sophía.
-Claro.
Papá me agarra fuerte de la muñeca:
-¿Entendiste?
-¡Hey! ¡Me duele!
Corrí llorando hasta el parque. Me senté en una banca.
Seguido de Drake.
-¿Pero qué sucede?
-No es nada
Dije rascandome los ojos.
-Por favor.
-Perdón, es que son problemas personales. No creo que te interesen.
-¡Claro que me interesan! ¡Tú me interesas!
-Bien.
-¿Bien? ¿Bien qué, Sophía?
-Es que en este último tiempo mi papá no ha disfrutado del todo. Hace una semana murió Caroline, mi tía y madrina. Y desde aquel día ya nada es igual: Tengo que soportar que me grite, e incluso que me castigue por cosas tan pequeñas como por pasar la tarde contigo.
-¿A tí te gusta estar conmigo?
-No es el tema.
-Claro, perdón.
-Bueno, era eso más que nada por lo que estoy triste.
-Sophi..
-¿Au?
-¿Tú.. tú te cortas?
Tapé una de mis muñecas.
-Mm no.
-Quiero toda la verdad, ahora.
-Ya te dije que no.
-No me hagas sacarte la verdad a la fuerza.
-Ah, ¿Si? Intentalo.
Lo que me hizo reaccionar y darme cuenta que a los segundos tenía los labios de Drake en los míos.
Iban lentos y a ritmo.
Se detuvo el tiempo en ese momento.
Mi primer beso, que bien se siente.
-Perdón Drake, yo..
-No me debes pedir disculpas, yo lo hice. Pero permiteme decirte, que tus labios me encantan y volvería a hacer eso cientos de veces.
Pero, ¿Y qué pasa con tus muñecas?
-Son cortadas antiguas, aún no cicatrizan.
Era un momento incomodo, transpiraba demasiado y solo quería hablar con Sussan.
-Drake, yo no quiero que esto termine mal. Yo solo quería una amistad.
-No creo en la amistad entre una mujer y un hombre.
-Yo si.
Miro la hora en mi teléfono.
-Voy a almorzar, te quiero.
Le planto un beso en la mejilla y corro a casa.
Al almorzar, aún puedo sentir el sabor de sus labios:
Sus labios son como.. como una droga.
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Te pienso, luego existo.
Novela JuvenilLo observo. Suspiro, bajo mi cabeza. Sigo caminando. Como si nada más importara. Como si él nunca me hubiese importado.