epílogo

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Las noches en el barrio Beecher's Hope siempre habían sido tranquilas. De día se podían escuchar las risas de los niños y el derrapar de bicicletas por toda la calle. Era un lugar lleno de gente corriente con vidas humildes.

Las patrullas policiales no solían frecuentar aquella zona de la ciudad, pues ya sabían que nunca había sucedido nada sospechoso allí. Aquel día no sería diferente.

La protagonista de nuestra historia, Isabelle, era una chica como otra cualquiera. Su cabello era de un rubio oscuro, mientras que sus ojos poseían un tono verde como el paisaje del bosque más frondoso de todos. Tenía unos dientes perlados que hacían que sus labios se vieran adorables al sonreír. Acostumbraba a usar gafas, que combinaban a la perfección con las facciones de su rostro.

No tenía un cuerpo de escándalo ni mucho menos. Era más bien pequeña para sus dieciséis años, su peso iba acorde con su proporción. Aunque apenas se podía dislumbrar su figura femenina, pues siempre la escondía bajo atuendos anchos. Siempre había querido vestir como las chicas que veía en Instagram, pero su los complejos con su cuerpo se lo impedían.

Isabelle era esa chica que se sienta al fondo de la clase de biología para no tener que interactuar en la lección. Lo cierto era que todo el mundo pensaba que era una especie de antisocial, pero cada vez que conversaba con alguien de sus labios solo salían palabras amables.

" ¡Deberías soltarte el pelo de vez en cuando! "

" Si te pusieras lentillas estarías más guapa. "

" ¿Por qué no te pones unos vaqueros en vez de chándal? "

Escuchaba cosas como esas todos los días. Realmente deseaba poder tener la suficiente autoestima para atreverse a hacer algo así. Sentía envidia de sus amigas, a decir verdad.

Ojalá pudiera ser como ellas...

Un portazo en la planta de abajo interrumpió sus pensamientos. Hizo un rayón en su diario del susto. Maldijo en voz baja, intentando arreglarlo con corrector.

Era sábado por la noche, seguramente sus padres habrían invitado a algunos amigos para tomar un par de copas en el salón. Ella no salía de su habitación si había visitas, sus padres se lo inculcaron desde que empezó a tener edad para pasar tiempo sola. No tenía ningún hermano, así que gran parte del día se entretenía garabateando cualquier cosa en su diario. Antes tocaba el piano, pero hace mucho que perdió la ilusión. Le daba lástima tenerlo en una esquina muerto de risa, pero se negaba a guardarlo. Fue un regalo de su tía Eleanor y significaba mucho para ella.

Cerró el diario de golpe cuando llamaron a la puerta. Antes de levantarse a abrirla guardó el cuaderno turquesa en un cajón de su escritorio.

Al girar el pomo se encontró con el rostro preocupado de su padre. El corazón se le hizo pequeño en el pecho al darse cuenta de que sus ojos estaban aguados. Automáticamente entró en un estado de alarma.

—Necesito que bajes al salón, Izzy. —le dijo, al parecer estaba intentando sonar seguro

—¿Qué ha pasado? —preguntó la chica, cogiendo aire mientras su ceño se fruncía suavemente

—Te quiero, cielo. Te quiero mucho. Y Amatis también te quiere, aunque no te lo demuestre —la voz del hombre era cautelosa y al mismo tiempo apurada—. Quiero que lo sepas antes de que ocurra todo.

anemia - diabolik loversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora