Ninguno de los dos dijo nada durante el resto del viaje. La rubia sabía que, aunque le preguntase algo más, no respondería. Por mucho que la intriga le estuviese carcomiendo por dentro.
El trayecto fue lo suficientemente largo como para que Isabelle pudiese darle vueltas a toda la situación. Le iba a costar asimilarlo, pero estaba segura de que se encargaría de hablar con su padre de aquello en su debido momento. Tenía muchas respuestas que darle.
La limusina aparcó frente a la entrada de la mansión, que era inmensa. El terreno del edificacio era igual de grande que su antiguo barrio. Se preguntó cuántos hijos tendría KarlHeinz para necesitar una casa tan grande.
El conductor le abrió la puerta para que saliese, también se encargó de llevar su equipaje al interior de la mansión. Supuso que lo dejaría todo en su habitación.
KarlHeinz no salió del vehículo, ganándose una mirada de la chica.
—De ahora en adelante vas sola. Yo tengo otros asuntos que atender.
Le miró lo justo y necesario, siquiera le hizo un gesto. Le odiaba demasiado, no podía evitar sentir repulsión hacia él.
Se dio la vuelta y caminó hacia la enorme puerta de la entrada, que ya estaba abierta. La cruzó con inseguridad, observando asombrada el recibidor. Tan solo aquella sala ya era más de la mitad de su casa, esperaba no perderse nunca ahí dentro.
Dio un par de pasos, haciendo que la puerta se cerrase nada más separarse de esta. Se asaltó de golpe ante el estruendo que provocó, resonando en todo el edificio. Su pulso se aceleró con rapidez.
Un suspiro agotado desde no muy lejos hizo que mirase automáticamente hacia el origen del sonido. Se encontró con un muchacho de pelo oscuro, que le observaba con desagrado por encima de los cristales de sus gafas.
—Apestas a anemia desde aquí. —escupió con molestia
Se le erizó todo el cuerpo de golpe en una ráfaga de escalofríos. Nada de aquel chico le inspiraba confianza.
—¿No contestas cuando te hablan? Menuda maleducada. —hablaba como si para él ese tipo de situaciones fuesen algo cotidiano
Volvió a suspirar de la misma forma. Se acomodó las gafas antes de volver a hablar.
—Sígueme, nos has hecho esperar suficiente.
Había olvidado completamente lo que KarlHeinz le explicó, esa frase fue como una vuelta a la realidad.
Caminó a su lado con cautela. Los pasillos parecían ser indescifrables, pero el más alto los atravesaba con maestría. Sabía perfectamente a dónde ir.
En un abrir y cerrar de ojos, se encontraban en una inmensa sala de estar con una chimenea digna de su tamaño. Varios muchachos estaban acomodados en los sillones enmedio de la sala. Le vino un deja vu a lo ocurrido horas atrás.
El muchacho que fue a buscarla se sentó, y ella no hizo menos. Se alejó todo lo posible de cualquier chico que allí estuviera, por supuesto. Cada uno la miraba de una forma distinta, y ninguna le gustaba.
—"Esa Persona" nos informó de que vendrías a vivir con nosotros —su voz siempre parecía igual de molesta—. Tengo entendido que ya se te ha informado de tus labores aquí, ¿es eso cierto?
Al contrario que a KarlHeinz, a él sí que le miraba a la cara mientras hablaba. Aunque algo le decía que llegaría a odiarlo de la misma manera.
—La verdad es que solo me ha dicho que tengo que adaptarme al horario nocturno y sacar buenas notas en la academia. —confiesa, su voz sonaba mucho más amigable a comparación con la del más alto

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anemia - diabolik lovers
FanfictionDonde la nueva novia sacrificio tiene anemia y eso pone de los nervios a los hermanos Sakamaki. ¿Por qué diablos KarlHeinz había enviado a una chica como ella? ¿Qué historia oculta esta chica común y corriente?