Una tarde

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Regresaba de un viaje de negocios, tardó menos de lo esperado por lo que volvió en el primer tren de la mañana para poder estar con su pareja y su hija aquel fin de semana, entró a la casa y encontró un silencio absoluto, dejó su maleta a un lado y se acercó a la habitación de la niña encontrándola vacía, supuso entonces que la pequeña habría pasado la noche en casa de una de sus amigas, sin pensárselo dos veces se acercó a la habitación del mayor, si seguía dormido quería darle una sorpresa, avanzó sigilosamente pero nada lo preparaba para lo que encontraría detrás de la puerta.

Abrió con cuidado de no hacer ruido, entró y...

No pudo hacer más que quedarse ahí... De pie...

La habitación era un completo desastre...

Colocó una de sus manos sobre su frente  tratando de comprender lo que sucedía.

Había demasiada ropa esparcida sobre el suelo, ropa que identificó como la de Kirishima...

Y ropa que no sabía a quién pertenecía.

Cuando volvió la vista sobre la cama pudo observar a ambos durmiendo tranquilamente, no abrazados, pero ambos completamente desnudos.

La impresión en ese momento fue demasiada, tanto que no pudo moverse, quería gritar y llorar, despertar y  golpearlos a ambos, los dos: unos traidores. ¿Qué había hecho él para merecer aquello? ¡Nada! ¡Absolutamente nada!
Azotó la puerta con fuerza, pero no salió de la habitación, quería que ellos supieran que él lo sabía; que eran unos traidores, y que no podrían engañarlo más.

Ambos despertaron sobresaltados debido al ruido que se produjo al cerrarse la puerta, Kirishima quedó sentado sobre la cama y miraba a Yokozawa con evidente sorpresa; Yokozawa sin embargo lo miró con enojo, de manera fría y en esa sola mirada el castaño supo que jamás sería perdonado.

Yasuda, a su lado, se levantó y comenzó a levantar la ropa del suelo, colocándose aquello que le pertenecía, y una vez vestido se acercó a la puerta, pasando muy cerca de Yokozawa, ofreciéndole una sonrisa y un “nos vemos”.

Yokozawa cerró los puños y  apretó los dientes, quería machacarlo a golpes pero, no valía la pena... Aquellos no valían la pena, ¿pero él? Él valía demasiado y lo sabía, no iba a rebajarse por alguien que no valía la pena. Yasuda se fue, y Kirishima también comenzó a vestirse con calma.

---volviste antes--- comentó como si nada hubiera pasado.

---fui un idiota, quería volver con ustedes pronto y apure el trabajo lo más que pude, pero puedo darme cuenta de que estás muy bien sin mí.

---oh vamos Yokozawa, solo tenía un poco de curiosidad.

---¿curiosidad? ¿De qué?

--- ya sabes, a veces eres un poco mojigato, Yasuda tiene una mente  más abierta. ¿No puedes solo ignorar que esto pasó?

---No.

---¿No?--- preguntó con burla

---¡No! ¡¿Cómo podría olvidar algo así!? ¡Me traicionaste!

---...bien, te traicioné, me acosté con otro, ¿qué quieres hacer? ¿Eh? ¡Dime!--- preguntó con fastidio.

---...---se sentía humillado, demasiado, al castaño ni siquiera parecía importarle en absoluto como era que se sentía él en ese momento. Yokozawa se dió vuelta, salió de la habitación siendo seguido de cerca por el castaño, tomó su maleta y a su gato y se dirigió a la salida.

--- ¿Yokozawa a dónde vas?

---eso a ti no te incumbe y no te incumbirá más, tu y yo... ¡Terminamos!

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