Capítulo 6 - La última gota

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—Eres muy valiente al querer enfrentarte a ella Sophie. —dijo mientras seguíamos nuestro camino. —No cualquiera hace lo que vas a hacer tú, la mayoría solo se quedaría de brazos cruzados.

—No todos quieren cambiar su vida como yo quiero hacerlo, esa es la diferencia. —sonreí. —¿Sabes cuántas veces perdí la esperanza de que mi vida cambiara? Siempre lo creí imposible, pero ahora... ahora es diferente. —mi corazón palpitaba fuerte.

—Y sea cual sea el resultado, estaré contigo. —me empujó suave para pasar su mano por mi hombro y abrazarme. Sonreímos.

Seguimos avanzando. El atardecer está cayendo, el sol está dando un espectáculo con su bello e inigualable arte. El juego de colores naranjas y morados, es increíble. 

Ver el cielo me atrapa por completo cada vez que lo veo. Siento que algo dentro de mí me atrae hacia él, como si quisiera llevarme a algún lugar fuera de este mundo. 

Al cabo de unos minutos, por fin llegamos

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Al cabo de unos minutos, por fin llegamos. No puedo ignorar mis emociones, estoy aterrada, no sé qué va a pasar.

Antes de acercarme a la puerta, me detuve.

—Estoy nerviosa, no sé si estoy lista... —solté estando de espaldas a Aaron.

—Sé que estás lista. Tú puedes.

—Y si...

—Estaré aquí.

Me acerqué, saqué las llaves de mi bolsillo y abrí poco a poco. Como de costumbre, ahí están los tres. Se giraron hacia la puerta al escuchar el sonido de las bisagras rechinar.

—Hola. —dije sin pensar, ellos me miraron haciendo una mueca, puesto que no acostumbro saludarlos.

 Vieron perplejos a Aaron quien se encuentra a mi lado, observando el lugar donde su mejor amiga vive, ya que jamás había entrado. Y no lo había hecho por el parásito llamado 'miedo', que vive en mí desde que recibí la primer agresión por parte de mi madre.

—¿Quién es este tipo? —se levantó Owen con gesto de pocos amigos. Aaron me tómo por la cintura demostrando que estaba ahí para cuidarme.

—Él es Aaron, mi mejor amigo, el que les mencioné aquella vez que estuvieron revisando mis cosas. —les recordé.

—¿Este es el tipo con el que te acuestas? —intervino mi madre. —Dime, ¿le pagas en efectivo o solo con regalitos? Porque nos vendría bien un dinero extra. —se posó frente a nosotros con una sonrisa descarada.

—No creí que alguien se fijaría en ti hermanita. —habló el fallo de condón. Yo también lo soy, pero no me creo superior por ser la mimada de mamá. Rodeé los ojos ante su comentario.

—No puedo creer que aguantes esto todos los días. —susurró Aaron en mi oído. 

—Mamá no seas cínica, ¿por qué mejor no mandas a este inútil a buscar trabajo? Así saca su culo apestoso de aquí por unas horas. —agregué, dejando atrás la cobardía.

Tormento mental © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora