Al llegar el día anterior a mi casa, mi mamá no estaba. Al parecer, se fue a casa de Bella, la mamá de Mark. Supongo que fue para hablar con ella y que Bella les informara a sus hijos y a su esposo.
Me desperté y me puse mis zapatillas. Bajé y allí la vi, sentada mientras comía las tortitas. Mi mamá tenía una pinta horrible, ojeras, cabello despeinado y la vista perdida.
—Buenos días—saludé en un tono bajo.
Cuando ella llegó a casa, yo estaba encerrada en mi habitación. Ni siquiera bajé para cenar, aunque ella tampoco se acercó a mi cuarto para pedirme perdón.
—Olivia, ¿podemos hablar?—preguntó, mirando a mi papá y a Bryce. Quería hablar a solas.
—Sí—los hombres se levantaron y nos quedamos solas.
—Siento mucho lo que te hice ayer, no estuvo bien. He pensado y sé que no tienes la culpa. Me cabrea el hecho de que no me contaste sobre el bebé, pero si Peyton te lo pidió...
—Nunca me habías puesto la mano encima y me sorprendió que lo hicieras justo cuando te conté eso. Y no pasa nada, eres mi mamá, te pido perdón por no haber sido valiente y no contarte.
—La echo mucho de menos. He intentado llamarla, pero no me lo coge, creo que tendrá miedo por si le digo barbaridades que no pienso de verdad, ¿podrías llamarla tú al salir de la escuela?
—Claro que sí—me regaló un pequeño abrazo y seguimos desayunando mientras hablábamos sobre el instituto.
Media hora después, Bryce y yo salimos de casa en dirección al instituto. Se le veía apagado. No sabía que el tema de Peyton le había afectado tanto.
—¿Estás bien, Bryce?
—Sí, tranquila. ¿Tú y mamá lo habéis arreglado o seguís peleadas?—se le veía nervioso por la respuesta.
A Bryce nunca le gustaron los conflictos. Si podía, los evitaba cómo podía. Cada vez que había pelea en casa, intentaba poner paz o simplemente, subía a su habitación dónde se encerraba horas y horas.
—Puedes estar tranquilo.
Nos paramos frente la casa de Mia y Mark. Solté un gruñido sin poder evitarlo cuando lo vi salir de allí. Se estaba riendo con su hermana y la mochila le colgaba del hombro. Bryce soltó una risilla a mi lado.
—Algún día tendrás que soportarlo e intentar no odiarlo.
—Eso intento, pero que va, me sale solo—me encogí de hombros y me coloqué de nuevo los cascos.
—¡Buenos días!
Mia saludó, tan alegre cómo siempre. Ella siempre estaba tan radiante. Se le veía tan feliz, aunque, en cada sonrisa, se esconden muchos problemas.
Mark se paró a mi lado y me sonrió con malicia. Rodé los ojos y empecé a caminar otra vez, con el idiota a mi derecha. Noté que me miraba un par de veces, pero decidí hacerme la tonta.
—¿Puedo?—y antes de contestar, ya me había quitado un casco para colocárselo él.
—Claro que puedes—contesté con sarcasmo y escuché cómo se reía a mi costa—No salgas corriendo de nuevo, por favor.
—Ya veré, depende de cómo te portes.
—¿De cómo me porte? ¿Estás hablando en serio? Eres muy idiota, Mark.
—¿Cómo has dicho?—comenzó a quitarme los cascos con una sonrisa.
—Que eres muy idiota.
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𝑷 𝑰 𝑺 𝑪 𝑰 𝑺
Teen FictionSanta Mónica, una ciudad muy conocida, con muy buenas temperaturas todo el año, vive Olivia, una chica cómo cualquier otra. Olivia tiene una familia, con sus defectos, cómo todas las familias de este planeta y un grupo de amigos con los que vive ave...