Capítulo 25.

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Feliz. Esa era la palabra que me describía en esos días. Por el momento, todo iba bien. Salía con Mark, Peyton y el bebé estaban bien. Todo parecía marchar de maravilla.

El lunes había llegado de nuevo. Estaba muy ilusionada de ver a Mark. Tenía ganas de ver los rostros de todas las chicas, pero sobretodo el de Emma. Así se enteraría de una vez que Mark no estaba interesado en ella.

Creo que Mark me ponía tonta, claro, en el buen sentido. Nunca había estado tan feliz de que llegara un lunes y nunca había estado tan feliz de verlo otra vez.

Bajé a la cocina con un moño despeinado y me senté junto a mi padre. Estaba sentado leyendo la sección de deportes en el periódico, creo que era el único ser del planeta que aún los leía. Mi mamá andaba hablando por teléfono, se le oía algo nerviosa. Temas de trabajo, supongo.

Bryce estaba frente a mí mientras que Peyton sujetaba un algodón en la oreja de mi hermano. El día anterior, él llegó a casa con un pendiente en la oreja. Al parecer, perdió una apuesta con sus amigos y tuvo que hacérselo. Mis padres no estuvieron muy de acuerdo con aquello.

—Cómo se infecte, no dudaré en arrancártelo, Bryce. Dijimos nada de pendientes hasta los dieciocho—dijo mi mamá mientras colgaba.

—Pero, Olivia tiene unos cuántos.

—Olivia aprueba, tú no—le sonreí a mi querido hermano y seguí desayunando.

Más tarde, al fin salí de casa con Bryce, quién ahora llevaba un hielo pegado a su oreja. Reí mientras negaba con la cabeza y se lo quité.

—¿Qué estás haciendo?—tiré el hielo a una papelera y saqué el algodón y el alcohol que traía mi hermano.

—El hielo no te va a quitar la molestia, Bryce, tienes que hacerlo cómo Peyton te ha hecho esta mañana.

—Mia me ayudará, tiene más experiencia. Y tiene un piercing en la lengua, sabrá más que tú—lo miré con el ceño fruncido y le saqué la lengua.

—Yo también tengo uno, imbécil. Pero bueno, haz lo que quieras.

Me encogí de hombros y seguí caminando. Mi querido hermano estaba raro conmigo, algunas veces me hablaba de cómo había sido su día o de su entrenamiento e incluso me contaba de alguna chica le parecía guapa. Pero todo había cambiado.

Llegamos a casa de los hermanos justo cuando ellos salieron de la casa. Mia fue en dirección a Bryce para ayudarle con su nuevo pendiente y Mark vino a mí con su característica sonrisa.

—Buenos días, Oli—sonreí y antes de contestar, ya se había lanzado a mis labios—¿Preparada para nuestra entrada triunfante?—solté una carcajada.

—¿Cómo si fuese la alfombra roja? Porque si es así, si que estoy más que preparada.

—¿Sabes? Estoy nervioso por el examen—le sonreí para tranquilizarlo y negué.

—Te va a salir bien, tuviste a la mejor profesora ¿o no?

Río y pasó su brazo por mis hombros para que así pudiera acercarme más a él. Bryce y Mia no se habían percatado de nada, hasta que Mia se dio la vuelta y abrió los ojos.

—Bryce, míralos, ¡están juntos!—mi hermano se dio la vuelta y abrió la boca durante mucho tiempo, que Mia tuvo que cerrarla.

—Hay que ir a por Malina ahora.

Ambos echaron a correr antes de poder evitarlo y Mark y yo compartimos una mirada asustada. Malina lo iba a publicar y podría comenzar a decir cosas que no son. Estaba cansada de ese estúpido periódico escolar.

𝑷 𝑰 𝑺 𝑪 𝑰 𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora