Hay muertes todo el tiempo, no es sorprendente ni nada nuevo para la gente de la aldea. Una nueva disputa se desata y los ninjas tienen que partir, eventualmente, tienen que morir.
Esta vez las cosas han ido más lejos. Un ataque qué no esperaban, un ataque para el qué no estaba listos. Es el anuncio de una guerra, del fin del mundo, una amenaza tan grande como repentina que cuando sucede nadie está listo para contraatacar.
La gente no se organiza esta vez. No sabe organizarse. No sabe pelear cuando mira a toda la gente que ama cayendo a su alrededor como si no significara nada.
No hay salvación para aquellos que caen sobre los escombros de su técnica.
Es solo cuando aparece Naruto que las cosas cambian, que pueden cambiar. Su asombrosa batalla fue un destello. Naruto grita, el mundo se conmociona y las luces estallan.
El brillo es tan grande que por un momento todos se quedan ciegos. Luego. La nada, el silencio.
Cuando Naruto se hunde en el árbol de papel hay discusiones, palabras de aliento, discursos y emociones.
Nagato junta las manos y suspira. Es el momento de partir como un hombre y revertir la última desgracia que ha efectuado sobre los inocentes que conforman el futuro de Naruto, el futuro de Jiraiya en conjunto.
Sin embargo, sus manos se doblan cuando su técnica casi ha finalizado.
Sobre el cielo llueven algunas estrellas verdes y las lágrimas y los festejos se elevan. Shizune se pone de pie, hay muchos otros que lo hacen también.
Pero la vida de Nagato es insuficiente.
Debajo de los escombros, cubierto por una fina capa de polvo, Kakashi no abre los ojos.
Nunca más abrirá los ojos.
De pie a su lado, Gai entiende que ha llegado demasiado tarde.
Gai sabe que nunca será capaz de perdonarse.
[...]
No es algo que Yamato considere propio de él. No puede recordar la última vez que estuvo delante de una tumba, en realidad, no recuerda haber estado de pie ante una tumba por voluntad.
Ahora lo está. La forma en la que han cambiado las cosas le produce escalofríos y lo hace sentir extraño, como si fuera un desconocido, como si fuera un intruso y no fuera bienvenido en ese lugar.
Aun así Yamato se queda de pie al frente del pedazo de lápida. No quiere irse pese a la sensación molesta que se ensancha en la boca de su estómago como algo viscoso y grotesco que no puede tragar.
De alguna manera Yamato se siente parte de todo esto. Las cosas suceden como una película vieja. Cuando estuvo de regreso en la aldea simplemente era tarde. Las cosas habían terminado hacía mucho, mucho tiempo atrás. De pie en las afueras de los límites de Konoha Yamato solo pudo mirar como Gai llevaba sobre sus brazos su cuerpo.
Su cuerpo. Yamato tiembla, no quiere que Kakashi se reduzca a eso, no quiere pensar en Kakashi como un trozo de carne inerte que no posee nombre ahora, que no va a ningún lugar, que no pertenece a ningún lugar.
Cobardemente, del mismo modo que cuando eran niños, Yamato se hizo a un lado mientras Gai se ocupaba de todo y desgastaba su vida en lamentarse y culparse, en maldecirse, en golpear el suelo desesperado mientras lloraba su muerte y pedía piedad a alguna deidad.
Nadie dijo nada sobre eso. Nadie pudo consolarlo por más que lo intentaron. ¿Cómo podrían? Se pregunta Yamato, pero incluso entre esas personas que lo rodearon en el funeral puede entender que ninguno creía hacerlo de verdad.
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Incapaz de perdonar
RomansaNagato no termina de completar su técnica de resucitación después del ataque de Pain sobre Konoha. Kakashi no vuelve a la vida esta vez. KakaGai / KakaYama / YamaGai (Yaoi).