Capítulo 3 - TOM

13 1 2
                                    

-Por favor deja de hablar- me dice chica hermosa.

Sonrío tras su mano, bieeen! logré distraerla lo suficiente, ella aparta su mano de mi boca, pero me sigue mirando fijamente.

-Bien, chica misteriosa, comencemos de nuevo, emm ¿quieres ir a algún sitio?- bien, esa fue una mala frase, ahora creerá que estoy ligando con ella y aprovechándome de su estado.

Levanta una pequeña ceja, está analizándome, y me está poniendo nervioso, era ella la que estaba llorando, debería ser ella la nerviosa no yo.

-no quiero ir a casa- parece sorprendida de sus propias palabras

-Bueno, creo que hay una cafetería a una cuadra de aquí- lo medita un momento, y luego asiente.

Nos ponemos en marcha, estaba atardeciendo, todos los edificios grises ahora estan teñidos de un color anaranjado un poco rojizo, llegamos a la cafetería, la mesera nos lleva a una mesa apartada de la ventana, nos deja el menú y se retira para que escojamos.

-Me da mucha vergüenza decirte esto pero, – me da una mirada curiosa, ya no llora, pero tiene una pena enorme en su mirada, y sus hombros están caídos – de verdad perdí mi billetera esta mañana, y ando con unos 15 dólares, sé que es horrible puesto que te estoy invitando y a la vez diciendo que te midas, así que ordena algo, y yo te haré compañía- le di mi sonrisa de medio lado.

Ella me miró fijamente, me recuerda esos perritos pequeños que tienen ojos enormes y llorosos, sabes de lo que hablo?, esos perritos que la gente mete en sus carteritas, uff en fin. Me recorrió con su mirada, no era nada sensual, solo me inspeccionaba, mordía su mejilla mientras lo hacía, terminó su estudio asintiendo, y miró el menú de nuevo. Yo ni siquiera lo miré, sabía que no alcanzaría para los dos con ese dinero.

Llegó la mesera a preguntarnos que queríamos, miré a Chica Guapa, ella le dirigió una sonrisa profesional a la mesera y habló.

-Queremos dos malteadas pequeñas, y un sándwich a la plancha con papas fritas, por favor- La miré horrorizado, que parte de no hay dinero no entendió, a excepción que tenga algo guardado en su escote no tenía cara de llevar nada con ella.

-¿Qué sabor las malteadas?-

-Una de chocolate y la otra de…- me dio una mirada curiosa.

-¿fresa?- respondí inseguro. La mesera nos dio una sonrisa y se fue.

-De verdad intento ser un caballero, pero ¿tienes dinero?-

-Nop- hizo estallar la “p”

-Si eres de esa gente que entra en los locales, consume y luego escapa, yo no lo soy- me dio una mirada divertida.

-¿Tengo pinta de ladrona?- no, de ladrona no, definitivamente algo más como una modelo en miniatura.

Comenzando de nuevoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora