[OS] : In flagrante delicto

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Narancia solía estar metido en sus propios asuntos.

Era lo que los chicos listos hacían- y él era un chico listo, incluso si él no sabía por qué cinco por noventa era novecientos cincuenta. Simplemente sabía que lo era. Era un hecho que tenía grabado a fuego por la intensa sensación de manos ahogándolo, su cabeza siendo estampada contra la mesa mientras era rociado por una lluvia de insultos.

No culpaba a Fugo (o quizás sí lo hiciese) pero realmente no le importaba. El joven lo solía llevar a tomar un gelato y struffoli. Ese día no iba a ser la excepción. Ambos llenos de golpes y heridas de forma igualitaria, tomaban su comida en silencio. Fugo había atrapado la crema mascarpone mientras se derretía en un riachuelo en las muñecas moradas de Narancia, tocándolo suavemente con un pañuelo y apartando los ojos con una expresión extraña. Narancia recuerda sintiéndose igual de extraño, apretando dicho pañuelo en su puño.

Cuando una pizca de miel del struffoli estaba untada sobre la herida que acababa de hacerle Narancia con un cuchillo, Fugo se retorció del dolor. En ese mismo instante, Narancia estaba ahí, ofreciéndole el mismo pañuelo. Era el único que tenían a mano. Fugo se veía tan raro cuando la aceptó, que fue el turno del moreno de mirar a otro lado, sintiendo rarezas en su estómago.

"Demasiados dulces" Se dijo Narancia a sí mismo.

Ahora mismo, estando en el pasillo y ojeando a través de una puerta abierta, su estómago se seguía revolviendo, y se sentía directamente fatal. Esta vez, sin embargo, siendo por algo completamente diferente. Un cabello rubio que no era tan pálido, largo y suave. No era Fugo. La terrible sensación en sus tripas, como si estuviese viendo algo que no debiese, no era por el struffoli.

—Solo quítatelos, Mista—La voz de Giorno era serena pero coqueta, observando como Mista se apoyaba en el profundo marco de la ventana donde estaba sentado. Sus mejillas se veían oscuras, resultado del rubí de su gorro y el escarlata del cuello de su jersei.

Narancia observó unos dedos rápidamente quitando el cinturón de Mista, antes de que la espalda de Giorno bloquease la vista. Cuando las rodillas del rubio cayeron al suelo, lo mismo pasó con la mandíbula de Narancia. Esto no estaba pasando. Giorno no haría- Mista no se atrevería- ¿no es así?

Un millón de pensamientos cruzaron por la mente del moreno mientras sus rodillas se doblaron, y se aferraba al marco de la puerta con todo el drama propio de las actrices de las estúpidas películas que a Mista le encantaban ver.

—¡E-esto es tu culpa!—Mista siseó, cubriéndose la boca con una mano mientras gruñía—.Oh, Dios, lo puedo sentir, Giorno tienes que- —La voz de Mista no paraba, mientras se retorcía en la ventana y sus caderas se movían.

Narancia podía ver en los hombros de Giorno, debido a las arrugas que producían su apretado traje, que su mano se estaba moviendo mientras que la otra, la cual era más visible, estaba apoyada en el muslo de Mista para mantenerlo.

—Está en mi mano ahora—Dijo Giorno con un tono calmado. Levantó su mirada hacia Mista con lo que Narancia podía concluir que era una mirada caliente. Narancia se sintió igual de afectado y una mil veces más avergonzado cuando empezó a entender todo.

Era como si la realidad se hubiese revuelto dentro de sus tripas y le obligase a re-evaluar muchas cosas mientras se alejaba lentamente de la puerta. Se mantenía lo más callado posible, hasta que después de cruzar unos dos metros se dio media vuelta y corrió lo máximo que sus piernas le permitían.

Giorno miró hacia atrás al escuchar una caída, antes de que un disgustado Mista estaba levantando sus pantalones alrededor de su cintura. Observó al sonrojado chico con diversión, para así centrar su atención en lo que había entre sus dedos.

In flagrante delicto - [TRADUCCIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora