Capítulo 2

112 15 1
                                    


—¡Por la cumpleañera! —grita Megan por encima de la música alzando el chupito.

—¡Por esta noche! —respondo y me llevo el segundo tequila de la noche a los labios. Disfruto y sufro por igual la sensación del líquido arrastrándose por mi interior mientras chupo el limón—. ¡Otro! —le grito al camarero dejándome arrastrar por la sensación de felicidad de ser legalmente mayor de edad en todos los aspectos.

—A estos invita la casa, preciosa —dice guiñándome un ojo.

—Gracias, guapo —respondo siguiéndole el juego.

Le observo detenidamente mientras se aleja a atender a otra gente. Tiene un culo de escándalo. Cuando me giro hacia mi amiga me la encuentro mirándome con una sonrisa divertida.

—¿Qué? Está bueno —respondo encogiéndome de hombros—. No me importaría que fuese mi regalo de cumpleaños —continúo en broma ganándome una carcajada por su parte.

—Pues si el camarero te gusta, sé de otro que te va a gustar más —la miro sin comprender a qué se refiere.

Ella señala con la cabeza al otro lado de la pista, a una zona de esas exclusivas con sillones y seguridad para traspasar el cordón que la rodea. Vamos, la zona de los niños ricos. Ese espacio cerrado a los mortales, a la vista de todos para que la gente con dinero pueda mirar al resto por encima del hombro. Dudo que algo de lo que haya allí pueda interesarme.

Echo un vistazo por la zona, tratando de encontrar al individuo del que Megan ha hecho referencia, cuando mis ojos se topan con una mirada fija en mí. Un cosquilleo extraño recorre mi cuerpo mientras esos oscuros ojos me inspeccionan detenidamente. Pienso en apartar la mirada, pero también me tienta el saber cuánto aguantará en esta situación. Una sonrisa ladeada y algo arrogante asoma por sus labios al verse retado con ese cruce de miradas. Mi corazón se acelera como respuesta y una sensación extraña se instala en mi interior. No la sé identificar. Lo único en lo que puedo pensar es en la razón que tiene Megan: el tipo ese me interesa más que el camarero.

Desde la distancia y con la luz tenue del local no puedo crear una imagen real de cómo es. Pero lo que veo, o creo ver, me gusta. Tiene el pelo oscuro y algo ondulado, con algún mechón rebelde que le cae por la frente. Sus fuertes brazos están apoyados sobre el respaldo del sillón, dejando a la vista lo musculosos que son. Y su camisa con los dos botones superiores desabrochados dejan a la vista el inicio de un gran cuerpo. Todo en él rezuma virilidad y atracción, pero también arrogancia y poder.

—Sabía que te gustaría —comenta Megan a mi lado con voz cantarina.

Muy a mi pesar aparto la mirada del adonis y la centro en mi amiga.

—No está mal —respondo tratando de ignorar lo que me ha hecho sentir.

—Ya... —responde Megan inspeccionando mi cara sin creerse mi falta de entusiasmo. Lamentablemente, me conoce demasiado bien—. Lleva mirándote un rato.

—Y ¿cómo sabes que me mira a mí y no a ti? —pregunto volviendo la mirada a él. Aún me observa, pero su expresión se muestra algo divertida ante algo que el chico sentado a su lado ha debido decirle.

—Porque si no me hubiera lanzado esa sonrisa cuando lo descubrí, pero te la ha lanzado a ti cuando te has dignado a mirarle —declara con una expresión de satisfacción en el rostro. Jaque mate. Agarra el vaso del chupito olvidado y lo alza en mi dirección—. ¡Por el niño rico que no está mal!

—¡Por él! —levanto mi vaso riéndome. Mi mirada viaja hasta el otro lado de la pista y se posa sobre él. Ya no me mira. Ignorando una sensación similar a la decepción asomando por mi interior, me llevo el vaso a la boca y lo vacío en mi interior.

Hagamos un trato ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora