Kate entra a casa. Lleva su ropa mojada a la lavadora.
—¿Mamá? —la rubia busca a Gloria.
—Estoy en la cocina. —responde la nombrada.
Un delicioso olor invade a Kate, cuando entra a la cocina.
—¿Qué estás haciendo?
—Estoy horneando unos cupcakes. Estaba pensando que podríamos ir al hospital; al área de pediatría y, repartirlos. ¿Qué dices?
—¡Sí! —respondió con suma emoción—. Iré por mis cosas.
—Está bien. Subiré esto al auto.
Ambas, muy contentas; subieron al auto.
—Mamá...
—Dime, mi niña. —los oscuros ojos se encontraron con los verdes.
—Tú, sí me crees. ¿Verdad?
—Claro que sí, Kate.
—Entonces, ¿por qué sigues conmigo?, ¿por qué no huyes? —dijo apresurada—. Acaso, ¿no me temes?
—Kate, yo te amo. Durante muchos años rogué para que estuvieras conmigo. Recé para poder encontrarte. No me importa lo que hagas. —Gloria inhaló profundo—. No me importa a quien dañes. —exhaló.
La rubia la interrumpió—. Pero, mamá soy un monstruo.
—No, no es así. Kate, eres mi ángel; que llegó justo cuando te necesité.
Gloria encendió la radio del auto.
—Y usted, ¿qué opina de que hayan dejado en libertad a la agresora de su madre? —se escuchó del aparato. Era la voz de un joven locutor.
Se escuchó un suspiro—. Ella es peligrosa, no sé cómo dejan libre a un animal salvaje...
La entrevista fue opacada por la voz de la rubia—. ¿Es Verónica?
La castaña que iba al volante asintió, acto seguido; apagó la radio. Aparcó el auto.
—Vamos linda, hay que ir a repartir felicidad. —ambas sonrieron.
Gloria y la rubia, llevan mucho tiempo repartiendo felicidad a muchas personas. Siempre buscan algo para regalar.
Gracias al empleo de Gloria, es que tienen tiempo y el dinero suficiente para compartir. La castaña de tez mas oscura que la rubia; es contadora. Trabaja desde casa.
Gloria, aunque no lo decía a Kate; tenía miedo que agredieran a su hija. De igual forma, decidió arriesgarse, podría ser la última vez que lo hacen juntas.
—¡Hola chicas! —la enfermera de la recepción las recibió.
—Hola Merry. —respondieron en unísono.
Kate y su madre, son como un empleado mas. Entran con facilidad, nadie las detiene.
—Cariño. Yo estaré en el área "B". Tú, ve al área "A". —Gloria abrazó a la rubia y le susurró—. Te amo, mi bello ángel.
—Yo también te amo, mamá. —sonrió.
—¡Kate! —gritó una pequeña, mientras corría hacia Kate.
—Hola Emilia, ¿cómo estás? —la niña estaba muy emocionada.
—Pues... ni bien, ni mal. —la niña comenzó a saltar. Sus rizos dorados subían y bajaban. —Tengo un nuevo amigo. ¿Te puedo ayudar? —señaló la caja de cupcakes.
—Sí, ayúdame.
Ambas, repartían los cupcakes a todos los niños que se encontraban en la sala.
—Mira, él es Ben. Es mi nuevo amigo. —la niña señaló a un niño que se encontraba tendido en una cama—. Pero, él no se levanta. —susurró la pequeña.
El niño se veía esquelético y muy pálido. Sus labios estaban morados, sus ojos; no tenían vida. Tenía cerca de unos ochos años.
—Hola Ben, ella es mi amiga Kate. —la rubia sonrió, él la imitó.
—Hola Ben, ¿quieres un cupcake? —el niño asintió—. Toma, es de chocolate.
Aquel cupcake fue un manjar en la boca del chiquillo.
—Kate, mi madre me está buscando. Volveré a mi cama. —la pequeña se despidió de ambos.
—¿Te gustó el cupcake? —el niño asintió—. ¿Por qué estás aquí? —Kate acariciaba los negros mechones de Ben—. Puedes contarme. Soy amiga de todos aquí.
—No creo que quieras perder tu tiempo. —su voz era ahogada.
—Hacer cualquier cosa que no sea escucharte, es perder el tiempo. —ella le brindó una sincera sonrisa. Él la imitó.
—¡Enfermera!, hay una desconocida con mi hijo. —anunció una mujer alta.
—Tranquila señora Ayom, es una persona de confianza.
La rubia se acercó a la madre de la cría—. ¿Qué le ocurre a su hijo? —el niño no las escuchaba.
—Sufrió una sobredosis.
—Intentó suicidarse. —dijo Kate al instante.
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AHORA, YO CUIDARÉ DE TI
Mystery / Thriller¡Advertencia! El siguiente contenido no es apto para personas sensibles. Este libro no es recomendable para todo tipo de lector, no me hago responsable por traumas de ningún tipo. Se pide discreción al lector. El libro se encuentra incompleto debido...