Día 4: Política

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Por la gran avenida que daba lugar al Arco del Triunfo...

Un joven de unos dieciséis años iba con su bicicleta a cierta velocidad, pero sin sobrepasar el límite impuesto para circular por la ciudad parisina, para poder entregar todos los pedidos a tiempo antes de que le sorprendiera la noche.

Uno de los semáforos se puso en rojo y él se detuvo en primera línea dejando pasar a los viandantes que habían estado esperando pacientemente su turno para cruzar.

Mientras los transeúntes caminaban tranquilamente por el paso de peatones, una imagen que surgió en el televisor de un escaparate cercano llamó la atención del muchacho haciendo que ladeara la cabeza para verlo con detenimiento.

Se trataba de Emerick Delacroix. Un hombre de mediana edad que era líder del partido socialista, actual presidente de Francia y candidato favorito para ganar las próximas elecciones generales revalidando su puesto en el cargo como el máximo dirigente del país.

No necesitaba oírle para saber lo que estaba diciendo en ese momento, para oír su instigadora y manipuladora voz con total claridad en su cabeza intentando adueñarse del voto de miles de compatriotas franceses con tal de lograr sus objetivos.

Luka entendía que la clase política era un mal necesario en la sociedad, que debía existir alguien que gobernará el país para que las cosas no fueran un absoluto caos pero justamente él...

Apartó la mirada de la pantalla claramente disgustado.

¿Por qué de entre los millones de personas que residían en Francia tenía que ser Emerick Delacroix quien se postulara como candidato?¿Por qué tenía que ser precisamente ese hombre que abandonó a su familia sólo por sus ansias de poder?¿Por qué tuvo la desgracia de ser el hijo de un ser tan despreciable como él?

Luka amarró fuertemente el manillar de su bicicleta entrecerrando los ojos con ira.

Un individuo que detestaba desde lo más profundo de su alma, el cual jamás mencionaba ante sus amigos y por el cual renunció a su apellido hace mucho tiempo adoptando el de su madre cuando era soltera, Couffaine.

En cuanto el semáforo se puso verde para que pudiera continuar su viaje, subió los pies a los pedales y se marchó a toda velocidad del lugar.

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Un par de horas más tarde...

Cuando Luka llegó finalmente al salón-comedor del Liberty después de su arduo trabajo como repartidor, se encontró a su hermana viendo con melancolía como ese hombre hablaba en directo desde la sede de su partido a través de los medios de comunicación haciendo centenares de promesas a su electorado.

–Juleka quita eso de mi vista, ¿quieres? –dijo malhumorado entregándole el sobre con la paga semanal a su madre–. Lo último que deseo después de toda la tarde trabajando es escuchar las estupideces de ese idiota.
–Es la única forma que tengo de poder verlo –se quejó la joven volteándose hacia su hermano–. De sentir que está cerca...
–¿Por qué sigues aferrándote a él? –le preguntó Luka sin comprender–. Hace años que se fue y apenas nos hace un par de visitas al año para guardar las apariencias. No somos nada para él, sólo le importa su maldita carrera política.
–¡Eso no es verdad! –le espetó la chica furiosa–. He hablado con él esta mañana. Dice que nos echa de menos. Que desearía vernos más de seguido pero...
–¿Sus compromisos políticos se lo impiden? –acabó la frase por ella a lo que ésta enmudeció–. Abre los ojos Juleka, como buen político sólo te dice lo que quieres oír. Si de verdad quisiera vernos, nada le impediría venir al Liberty para estar con nosotros pero no es así, ¿y sabes por qué?
–¡Luka! –exclamó Anarka dirigiéndole una mirada de advertencia a su vástago; sin embargo, el azabache no se dejó intimidar por su madre.
–Porque en el fondo siente vergüenza de nosotros –declaró provocando que su hermana lo mirara dolida–. Vivimos en un barco de diseño estrambótico, nos regimos en la anárquica y no tenemos ningún título académico del cual pueda alardear en su círculo de amigos. Sólo nos dedicamos a la música rock y eso no está bien visto entre la gente con la que se codea. Nos aparta porque no quiere que nos relacionen con él y le arruinemos su imagen pública. Esa es la verdad.

Juleka, incapaz de replicarle nada a su hermano, se levantó del sofá y se marchó corriendo a su habitación mientras lloraba desconsolada cerrando la puerta tras de sí con un fuerte estruendo.

–¡¿Luka por qué lo has hecho?! –le recriminó su madre con una expresión de decepción en su rostro.
–Porque estoy harto de que se quede ensimismada viendo la televisión cada vez que sale en una de sus malditas comparecencias –le respondió–. Tiene la esperanza de que regresará y volveremos a ser una familia feliz, pero eso jamás ocurrirá.
–Tu hermana todavía es una niña, Luka –dijo Anarka–. No entiende de estas cosas. Sé que sólo quieres lo mejor para ella e intentas protegerla, pero decirle algo así es muy duro de aceptar para alguien tan joven.
–Es la verdad –insistió el chico–. Y cuanto antes se dé cuenta mejor...
–¿Acaso no recuerdas cuándo tú pensabas lo mismo que ella a su edad?
–Esa es la razón por la cual lo he hecho madre –musitó el joven tomando un refresco del frigorífico para, seguidamente, caminar hacia su habitación con la mirada entristecida–. Para que no se lleve las mismas desilusiones que me llevé yo –dijo antes de desaparecer en el interior de su camarote.

Anarka se quedó mirando la cena que había preparado esa noche. Obviamente ese día nadie probaría aquel pescado en salsa que había preparado con tanto ahínco durante toda la tarde. Así que, con un suspiro resignado, lo tomó y lo guardó en la nevera mientras Emerick Delacroix seguía hablando ante las cámaras de televisión:

–Porque lo más importante para nosotros son nuestros jóvenes. Ellos son el futuro de esta nación y, por ello, destinaremos más dinero y recursos para su educación y la investigación con el fin de...

La mujer soltó un bufido indignado ante la falsedad de su ex-marido.

"Mucho preocuparte por los jóvenes del país, pero tú tienes dos hijos en plena adolescencia a los que apenas prestas atención" pensó frunciendo el ceño con enojo.

Nunca se arrepintió por dejar que Emerick se marchara para, según él, "labrarse un mejor futuro" pues si lo hubieran seguido en su andadura por alcanzar el éxito habrían perdido la libertad que ahora disfrutaban. El mundo de la política era demasiado rígido, estructurado e hipócrita.

"Un ambiente enrarecido que nunca deseé para mis hijos pero que, lamentablemente para ellos, les costó el cariño de su padre" pensó Anarka con melancolía mientras miraba una fotografía familiar que se encontraba apoyada en una repisa cercana.

"Un ambiente enrarecido que nunca deseé para mis hijos pero que, lamentablemente para ellos, les costó el cariño de su padre" pensó Anarka con melancolía mientras miraba una fotografía familiar que se encontraba apoyada en una repisa cercana

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