Vishous hizo un verdadero esfuerzo por no coger a Lohrena por el cuello y demostrarle quien era realmente el que mandaba aquí. El viaje al Commodore se le hizo eterno, pero por fin llegaron.
- Victor.
- Si, ¿mi ama?
- ¿Porque tienes esos tatuajes en la cara? Se lo que significan pero... ¿porque te los hicieron?
- Yo... no se lo puedo decir.
- Soy tu ama esta noche, te ordeno que me lo digas.
Vishous puso los ojos en blanco mentalmente. Menos mal que había anticipado este tipo de preguntas...
- Fue un castigo, de mi anterior...
- Suficiente. No me gustan ese tipo de castigos. A ver si yo lo puedo hacer mejor.
El 'ding' del ascensor sonó y las puertas se abrieron en la planta más alta. Antes de que Vishous pudiera abrir la puerta de su apartamento, Lohrena lo detuvo.
- Aun no te he dicho mi nombre.
- No necesito saberlo, mi ama.
Lohrena sonrió.
- Me encanta lo sumiso que eres. Dime, ¿desde cuándo no te alimentas?
Vishous hizo que sus colmillos salieran disparados, fingiendo hambre. Lohrena le acarició la cara.
- Eso pensaba, mi pequeño.
Se echó el pelo a un lado, mostrando su esbelto cuello.
- Hoy nos vamos a alimentar mutuamente. Si vas a ser mi sumiso, quiero tenerte localizado.
Se acercó a él y se puso de puntillas, apoyando las manos en su pecho.
- Vamos adentro.
Movió las manos y se tensó.
- ¿Esto qué es?
- Es una venda. Cuando mataron a mí... me hirieron. Como no he podido alimentarme, no ha curado bien la herida, mi ama.
Lohrena lo miro sospechosa.
- Bueno, supongo que ahora cuando te alimentes, sabré la verdad, mi pequeño.
- Si mi ama.
Vishous abrió la puerta y Lohrena jadeo al ver todo el mobiliario BDSM. Se dio la vuelta hacia él y volvió a jadear antes de desplomarse entre sus brazos.