Son las 12 am, el silencio invade mi habitación, puedo escuchar la aguja del reloj, la gotera del baño se ha hecho notar. Llevo días durmiendo al salir el sol, despertando después del almuerzo, sin salir a la calle, palido se encuentra mi cuerpo. Bendita oscuridad, me hace sentir muerto, bendita sea mis neuronas, que entre pensamientos me atormenta de nuevo. ¿Que será de mi en el mañana?, ya que el pasado me tiene arto de malos recuerdos. Quiero asomarme a mi ventana, ver las nubes y apreciar el cielo, por donde caminan los ángeles, por donde son felices y sin algún sufrimiento. Quiero ser feliz igual que ellos, ponerle pausa al dolor que siento. Un día me visitó uno, lo ví en mis sueños, me dijo que yo era un ángel y que algún día estaré con ellos, mañana me sentare en la ventana, de mi habitación que queda en el piso décimo, saltaré y abriré mis alas, para volar con lo ángeles y ser feliz de nuevo.
Había terminado mi poema cuando mi papá me llamó para desayunar, pues, ya eran las 6:00 am, fuí y lavé mi cara para que no se diera cuenta que me había desvelado, busqué el maquillaje que compré varias semanas atrás, pues, las ojeras se dejaban notar con el tiempo, aunque como chico usar maquillaje para mí es algo muy femenino, no tenía otra opción, era eso o soportar los regaños de mi papá por no dormir, y, aunque le explicara de una u otra forma el porqué no dormía, el no me creía y solo me regañaba, por ese motivo es que me he limitado a contarle a mi papá muchas cosas, porque no entendía.
- ¡Tyrone! Ya baja a desayunar, se te va a emfriar la comida.
No soportaba los regaños ni los gritos, y que alguno de los dos interrumpiera mi paz en la mañana, era lo peor que me podía pasar.
- Ya voy pa, me estoy lavando la cara.
Metí, me estaba maquillando mis ojeras, pues, el la podía notar a simple vista.
- ¡Apresurarte! Ya me tengo que ir a trabajar.
Como si fuera mi culpa por ello me regañaba, tan ostinante era mi vida.
- Ya casi salgo.
Después de unos pocos minutos bajé, otra de las cosas que he llegado a odiar, es el simple hecho de ver la cara de amargado de mi papa en el desayuno, como si no pudiera poner otra cara, como si le molestara comer conmigo en la misma mesa. Al menos mis tardes eran tranquilas, mi papá no estaba y podía dormir todo lo que quisiera, pero tenía que hacer las cosas de la casa, antes de las 5:30 ya todo debería estar listo, de lo contrario el castigo que me aguardaba no era el peor, pero prefería evitarme aquellos golpes.
- ¿Como amameciste?
Me preguntó como si fuera una obligación, como si no quisiera hacerlo.
- Bien.
Le contesté de la misma manera que el me preguntó.
- ¿Qué tal dormiste?
Vuelve a preguntar pero mostrandose un poco más furioso.
- Bien.
Le volví a contestar de la misma manera que al principio, como si le estuviera retando.
- ¿¡Al menos puedes fingir que quieres hablar!?
Me grito por el simple hecho de no contestarle como el quería y que esperaba que lo hiciera, pero yo arto de la misma situación de todo los días, también le grité:
- ¿¡Y tu al menos podrías fingir que de verdad te importo!?
Papá no lo pensó dos veces para sacar su cinturón del pantalón y marcarlo en mi espalda diciendome al mismo tiempo:
- ¡Si no fuera por ti tú mamá estaría viva!.
Me golpeó repetidas veces sin importarle mi llanto ni súplica porque se detuviera, hasta que vio mi espalda sangrar, luego me envío a mi habitación después de mirarme con lastima y algo de desprecio.
No sabía otra manera de desahogarme, solo el lápiz y el papel, la primera vez que me había cortado las venas, aunque fue un corte un poco superficial, mi papá no dudo en limpiar mi herida con limón y sal, para que así no lo volviera hacer, y lo logró, no lo volví a intentar para ese tiempo, ahora me refugio entre canciones y poemas que tengo que esconder, porque mi papá tiene la mala costumbre de romper mis escritos, no dudé de encerrarme con seguro, le puse pasador a la puerta y comencé a escribir:
- Vine al mundo con mis manos manchadas en sangre, vine al mundo con el peso de cargar que maté a mi madre, vine con las nubes grises y lluvias indeseables, parecen infinitas, parecen incontables.
No merezco un castigo por algo que no quise hacer, ¿por que tuvo que morir ella? ¿¡POR QUE!?, cuando es a mi que me odian, cuando soy yo el más patético ser, que no pudo cuidar de el más preciado, ella ni siquiera me pudo tener en sus brazos después de nacer. ¡Matenme ahora de ser necesario! ¡MATENME! Que yo con mis propias manos no lo e podido hacer, y si nadie lo hace ahora, yo seré el culpable de quitarle la vida a dos seres, a una madre y al hijo que ella una vez soñó verlo crecer.
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El escritor de media noche.
Short StoryEl dolor y la desesperación le llaman a tyrone a refugiarse en su habitación, ya que su propio padre lo mira con desprecio por una desgracia de la que el no fue culpable. Buscando como desahogar sus sentimientos, entre poemas y canciones desarrollar...