Los licántropos jamás se acercarán a casa de un humano.

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Steve volvía a casa después de todo el día fuera de ella. Primero había tenido que ir al colegio, luego se quedó al entrenamiento de baloncesto, luego salió con Nancy y Jonathan a tomar un batido. Dios, eso había sido tan vergonzoso, aún no podía creer que saliera con su ex novia y su nuevo novio, con el que no llegó a ponerle los cuernos pero sí le había puesto los cuernos. Dejó su bolsa en el sofá sin fijarse demasiado por donde caía, su madre no estaba así que nadie iba a regañarle, fue a la cocina y abrió el frigorífico para sacar una gaseosa, luego fue al horno y sacó la pizza que le había sobrado de ayer, un calentón en el microondas y estaría como nueva.

-Veamos qué hay esta noche en la tele

Se fue con su gaseosa y su pizza al sofá, poniendo los pies sobre la mesa de café de su madre, la cual estaba cubierta con un pequeño mantel, y encendiendo el televisor.

-Oh "V", bueno, está bien

Steve apagó las luces lanzando su zapatilla al interruptor, seguro que sus padres ni se darían cuenta de que el jarrón que había siempre en el mueble de al lado se había roto más de una vez, el chico simplemente recogía los pedazos y los volvía a pegar. Con todo a oscuras, salvo por el televisor, Steve comenzó a comer su pizza mientras veía la miniserie de terror sobre los alienígenas, él no creía en esas cosas ni en ninguna otra clase de monstruos, así que no sentía miedo al ver ese tipo de series y películas. Dustin le decía que era estúpido, con lo grande que era el universo debía haber más vida inteligente, pero Steve pensaba que si la hubiera, tendrían mejores cosas que hacer que comer ratas, como en V. Aún se planteaba cómo había llegado a formar una amistad con aquellos menores, bueno, se produjo por tener que hacer de chófer para ellos porque Nancy no tenía coche y se lo pedía, y él hacía de todo con tal de estar con Nancy. Pero no lograba comprender cómo había forjado una conexión de verdad con ellos, menos aún con Dustin, que sin duda era el más friki de todos ellos. Sí, más incluso que Will.

Siguió viendo la serie, algunos de ellos eran repetidos y Steve ya los había visto, pero no le importaba demasiado el verlos de nuevo. La pizza ya iba por la mitad cuando el moreno sintió algo en su nuca, un leve temblor y un sudor frío, esa inexplicable pero inconfundible sensación de que te estás mirando, así que giró su rostro. No había nada detrás de él, como era obvio, pues solamente estaba la cocina y nada ni nadie podía estar allí, así que volteó su rostro al lado derecho para mirar por las puertas correderas de cristal que daban al patio, donde estaba la piscina. Steve siempre había pensado que unas puertas de cristal eran algo sin sentido, si alguien quisiera entrar solamente tendría que romperlas, pero es verdad que un pueblo como Hawkins, y en un barrio como el de los Harrington no pasaba algo así. Además, su casa tenía una alarma que levantaría a medio pueblo con tan solo el rozar de esas puertas. Aún así, Steve escudriñó con sus ojos la linde del bosque de su patio trasero, tampoco parecía haber nada ahí, ni siquiera un pobre cervatillo que buscase algo que comer.

Así que volvió su atención a la serie y siguió viendo y comiendo hasta que se acabó la pizza, entonces apagó el televisor y se fue a su dormitorio. Mañana era fin de semana, glorioso y hermoso viernes, pero Steve prefería seguir viendo la tele en la cama, tal vez poner una porno, ya saben, hay que darse un gusto de vez en cuando. Dejó tirada la caja de pizza en la encimera y activó la alarma de la casa, cogió un par de cervezas y una bolsa de patatas fritas, subiendo a su dormitorio después de haber echado la llave y puesto el cerrojo. El hecho de que su casa tuviera la mejor alarma del mercado no hacía que se sintiera plenamente seguro cuando estaba absolutamente solo en una casa tan enorme. 

Abrió la puerta con el pie y la cerró del mismo modo, dejó la comida en su mesita y comenzó a desnudarse para ponerse el pijama, que simplemente se trataban de unos pantalones cortos de gimnasia que ya se le habían quedado grandes, de manera que se le caían cuando hacía deporte pero con un par de vueltas en la cadera estaba perfecto para dormir. Cepilló su pelo un poco, semejante melena necesitaba mantenimiento, y se tumbó en la cama sobre las sábanas, abriendo un lata y la bolsa para empezar a comer con ambas manos. Paró un instante para encender el televisor que había frente a su cama, revisando entre los canales hasta ver algo que le gustase, hasta que vio Wolfen. Obviamente la escogió. Steve tenía algo extraño por los hombres lobo, le molaban bastante, resultaba alucinante para sus ojos cómo eran sus vidas. Generalmente en las películas eran hombres atractivos y fuertes condenados porque un bicho, obviamente otro hombre lobo, los atacó mientras iban por el bosque. Steve lo entendía, de verdad, el sexapil de ver un hombre musculoso, de amplio pecho, por alguna razón sin un maldito pelo en él... que luego se transformase en una bestia salvaje. Sí, entendía porqué esos libros vendían entre las amas de casa, al igual que los de los vampiros y piratas. Aunque en esta película nada había de eso.

1 hora y 55 minutos después, cuando la película acabó, Steve sentía sus ojos pesados, tanta actividad en el día había pasado factura. Sus planes de una porno se cancelaban. Apagó el televisor y se levantó, no iba a dejar mierda sobre la cama, luego se le enredaría en el pelo, así que fue a tirarlo a la papelera que había al lado de su mesa, que estaba pegada al ventanal. No habría razón alguna para mirar por la ventana, de verdad que no, si no fuera porque volvió a sentir esa sensación. Le observaban. Así que Steve giró su rostro y miró al bosque, la luna caía perfecta para ver con claridad las primera líneas de árboles, y ahí, justo ahí...

-¿Qué...

Vio una sombra, la figura de un animal sentado justo al lado de un árbol en la segunda línea, mirando hacia su casa, más concretamente hacia su cuarto. Steve podía decirlo, estaba mirando hacia allí, y lo sabía porque veía dos ojos azules, fulgurantes y penetrantes, demasiado grandes para un animal del tamaño que él veía, que le observaban directamente. Parecía un lobo, podía ver las orejas alzadas y la peluda cola balanceándose vagamente detrás de él, además, Steve había visto ya varios disecados en el museo de historia natural de Hawkins, sabía cómo eran. Eso era un lobo. El moreno iba a darse la vuelta, ignorando la presencia del animal, el cual seguramente esperaba a que se apagasen las luces de la casa para robar en la basura, Steve no iba a echarle, el pobre animal tenía que comer, el chico respetaba eso. Pero entonces los azulados ojos dejaron de mirar hacia la ventana en general, y pasaron a mirarlo a él, directamente a él, a los ojos, como si pudiera distinguir en la oscuridad donde estaban los iris café de Steve.

No podría negar que se asustó, notar esos ojos sobre los suyos, mirándole directo, le hizo temblar con cierto miedo pero aún se sentía seguro en la fortaleza de su hogar. Hasta que el animal se irguió, y no lo hizo sobre cuatro patas, sino sobre dos. Y sus piernas eran grandes y musculosas. Y su torso era largo, con hombros anchos, pecho grande. Y sus brazos llegaban a su cadera, también eran musculosos, y tenían cinco dedos con largas garras. Y su cabeza, aún siendo la de un lobo, era jodidamente enorme. Steve lo veía todo negro, su silueta, su sombra, pero un puto lobo no se ponía sobre las dos patas traseras. En ese instante el temporizador llegó a 0 y las luces del patio se apagaron solas, Steve ya no veía nada, la luna no era suficiente ahora. Escuchó un aullido y las pesadas pisadas en las hojas del bosque. Se quedó escuchando, no pudo oír la puerta abrirse o romperse, tampoco el crujir del muro, no veía nada en su patio, no había entrado a la casa. Aquella cosa se había ido.

*****

V: V Invasión Extraterrestre es una serie de televisión de ciencia ficción transmitida entre 1983 y 1985, producida en los Estados Unidos, escrita y dirigida por Kenneth Johnson.

Wolfen: Un detective de Nueva York es designado para desentrañar una serie de asesinatos extraños, aparentemente cometidos por animales salvajes. La investigación lo lleva hasta una tribu de indígenas que le hablan sobre la leyenda de los hombres lobo. Estrenada en 1982. Dirigida por Michael Wadleigh.

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