Capítulo 5

18 2 2
                                    

Por mucho en que los chicos se esforzaran en aparentar seriedad, no hacían más que correr y hacer el tonto, <<y se supone que ya tienen una edad, maldita sea.>>, pensé. Gina me miraba con desesperación, no le gustaba estar aquí a esta hora. La entendía, a mí tampoco. Pero no porque fuera un cementerio, eso nos daba igual si no porque nosotras percibíamos cosas que los otros humanos no. Para ellos, el único peligro era caerse borracho dentro de un hoyo, pero para nosotras el peligro era mayor. Sabíamos que clase de cosas se escondían entre los árboles.

La luz de la luna iluminaba gran parte del terreno, haciendo visible nuestro gélido aliento provocado por la baja temperatura. Los chicos no dejaban de enfocar aquí y allá con sus linternas, lo cual me ponía cada vez más nerviosa.  De repente, todos nos quedamos quietos al escuchar un grito. Era humano, Kyle, uno de los chicos se había caido dentro de una tumba preparada para meter el féretro. Gina me miró con una ceja arqueada y yo no tuve más remedio que gruñir y abrirme paso entre el grupo de idiotas con el que íbamos.-¡Si váis a quedaros sin hacer nada, quitaros!-grité. Apenas se apartaron cinco pasos después de eso.

Miré por el gran rectángulo. El chico estaba intentando escalar por las paredes de tierra con la linterna en la boca.-¡Oh venga ya! ¿Ninguno va a ayudarme?

-Ky, deja de lloriquear, ya voy.-Contesté y me quité la chaqueta para hacer un churro con ella. La puse al borde de la tierra y Kyle se agarró a ella. Por lo menos no tenías que explicarle las cosas demasiadas veces.

Fue cuando conseguí subir a mi amigo cuando empecé a escuchar chillidos de pánico y de angustia. Miré a mi alrededor y solo había caos, figuras y sombras moviéndose a una velocidad de vértigo y un penetrante olor a sangre en el ambiente. Al segundo me quedé plantada de pie sola entre la acción, porque alguien o algo había embestido a Kyle y lo había llevado de vuelta al hoyo. Genial.

Era momento de reaccionar, así que busqué a Gina y cuando la encontré, corrí hacia ella y la cogí del codo, llevándola a cualquier otro lugar que no fuera ese. Corrimos entre lápidas un buen rat, pues no sabíamos hasta que punto los vampiros habían saciado su sed.

-¡Sabine! Metámonos en ese panteón.-Sugirió Gina.

-¿Te ha afectado la peste a sangre o qué? ¡Si nos metemos ahí y nos encuentran, es muerte segura!

-No me vengas con esas. Nosotras dos podemos con diez vampiros. No son nada.

-¿"No son nada"? Me gustaría saber si seguimos siendo tan insignificantes cuando pongamos tu cabeza en la pared, muñeca...

Las dos nos giramos hacia el origen de la voz. A tres metros de nosotras había un vampiro, solo uno, con una posición tensa, listo para saltar y atacar.

Eternidad y romance no son compatiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora