Parpadeé varias veces antes de abrir finalmente los ojos y de que el sol mañanero se reflejara en mi cara.
Me enderecé y miré a mi alrededor alarmada, seguía en el cementerio pero no al lado del panteón como yo recordaba. De hecho, no recordaba nada más a partir de ahí. Estaba al lado de la casa del cuidador del camposanto y tumbada sobre una hamaca ¿cómo...? Dirigí mi mirada al cielo, ¿qué hora sería? ¿Las 11? ¿12? Me estaba empezando a poner nerviosa, no recordaba nada ni sabía dónde estaba Gina. Lo mejor es que saliera de aquí, así que me levanté y escuché pasos.
-¡Vaya! Veo que has despertado, me estaba empezando a preocupar.
Me giré rápidamente hacia la voz. Un chico alto y castaño se acercaba a mí. Retrocedí por puro instinto.
-¿Quién eres?-pregunté.
-Hey tranquila, no te voy a hacer nada...-al finalizar la frase ya estaba enfrente mía.
-Dije quién eres.
-Soy el hijo de James-al ver mi cara de incógnita, aclaró-. James es el cuidador.
-Oh...si, claro. Eh...-el chico no parecía un peligro, era humano.
-Tienes muchas preguntas, ¿no?-. Asentí.-Perfecto, yo también, ¿vamos dentro?-preguntó señalando la pequeña casa.
-No es propio de mí entrar a casas de extraños ¿Sabes? Solo olvídalo, mejor me voy a...¡Mierda!-. Me acordé de Rory, seguramente estaría preocupada por no aparecer por la mañana. Busqué mi móvil pero no estaba en ningún bolsillo.
-¿Qué buscas?-. Me preguntó el chico.
-Nada que te importe.
-¿Es esto?-. Lo miré y vi que tenía mi móvil en la mano.
-Dámelo-. Exigí.
-Vamos dentro entonces.
-No lo voy a decir otra vez, DÁME MI MÓVIL.
Sonrió y unos hoyuelos se formaron en su cara. Podría acabar con él aquí y ahora, de un plumazo. Pero por alguna extraña razón no quería por mucho que me enfureciera. Me miró con sus ojos marrones mientras yo alargaba el brazo para agarrar mi teléfono.-Eres muy baja...
-Mido casi 1.80, retrasado.-Gruñí, ¿quién se creía que era?-Óyeme bien "hijo de James", dame ahora mismo eso que tienes en la mano si no quieres que te desgarre el cuello y te deje aquí agonizando para que los perros te coman vivo.
-Woo calma fiera. Hagamos una cosa, adivina mi nombre y te daré esto.-Dijo agitando mi móvil en su mano.
-James II.-Contesté con rapidez. Di en el clavo, porque me miró con los ojos como platos.
-¿Eres bruja?-si él supiera...-Es exactamente ese, ¿cómo lo supiste?
Abrí la mano reclamando lo que era mí y al fin me devolvió el móvil.-Porque tu abuelo llegó a ser Michael IV y decidió cambiarle el nombre a su hijo. Tu padre seguramente quiso continuar la tradición.-Comencé a caminar hacia la salida del cementerio.
-¿Conoces a mi padre?-. Preguntó James siguiéndome.
-Pues sí...oye, ahora en serio, ¿podrías entrar a mi casa?
Le miré suavizando mi rostro, pues no quería parecer demasiado dura.-De verdad, tengo cosas que hacer. Y una de ellas es despejar mi mente.
-Está bien, dime por lo menos tu nombre y tu número.
Tras eso, lo miré fijamente un momento y le di mi número de teléfono.
-Tu nombre...
-Sabine.-Contesté mientras me iba con las manos en los bolsillos. Tenía que averiguar muchas, muchas cosas.
ESTÁS LEYENDO
Eternidad y romance no son compatibles
RomantizmSabine Abadeer es un peligro controlado. No va al instituto a pesar de que aparenta tener 17 años, trabaja en la cafetería que hay bajo su apartamento y diariamente va a visitar a la única persona en la que confía. Pero un descuido te puede costar t...