Estaba tumbada en la cama, mirando twitter y otras redes sociales, cuando alguien golpeó mi puerta.
— Adelante —dije.
La puerta se abrió dejando ver a Danna con su bonita sonrisa. Al verla, las imagenes de hacía bastantes horas, volvieron a mi mente, maldecí por haber mirado por la ventana en aquel preciso momento. ¿Podría mirar a la pelirroja y que no se me pasaran las imagenes por la cabeza? No lo veía posible.
— Hola —sonreí lo mejor que pude.
— ¡Hola! La cena está lista —me guiñó un ojo y salió de la habitación.
Bufé, se me había quitado el hambre y todo. Ellos, en verdad se estaban comiendo la boca, y luego seguramente...
Mejor paro.
Salí de la habitación y bajé las escaleras, llegando al salón. Allí estaban mamá, James, Danna y...
Aquel chico.
— Mierda —musité y grácias a dios nadie me escuchó.
Me sonrojé volviendo a recordar aquellas imagenes, me sonrojé llena de verguenza, de haber visto algo que no debía. Me intenté tranquilazar y que el sonrojo desapareciera, por suerte no se dieron cuenta.
Me senté al lado de mamá, y delante mía estaba aquel chico.
Y, mierda, era guapísimo.
Empezando por sus grandes y bonitos ojos azules, siguiendo por su desordenado cabello castaño....y continuando por...
— Enna.
Levanté la vista de aquel chico, aún más sonrojada al ver que él me sonreía, seguramente se habría dado cuenta de como lo observaba.
— ¿Uhm? —le murmuré a mamá, la cual me había llamado.
— Te preguntaron que es lo que prefieres para beber.
Genial, todos se habían dado cuenta de como miraba al desconocido, y de seguramente que estaba más roja que un tomate.
Escuché a el chico reír entre dientes.
— Oh, sí...esto...agua, por favor. —apreté los labios.
— Agua para la señorita —me sonrió James.
Me sirvió agua en mi vaso, yo agradecí aún nerviosa. No quise beber sabiendo que de seguro el agua se me acabaría callendo.
De cenar había ensalada y carne.
— Yo sólo quiero ensalada, no tengo mucha hambre. —continué hablando en ingles, intentando no trabarme con las palabras, tenía suerte de saber hablar ingles bastante bien, tengo familia inglesa, pero eso no quita que tubiera aquel accento español.
— ¿Soys de aquí? —preguntó el chico, tomandome por sorpresa.
Me puse nerviosa sin saber si tenía que contestar yo, mamá contestó
— Oh, no. Somos de España, pero hablamos el ingles, mis padres son ingleses —mamá sonrió.
Comí en silencio, sintiendo las miradas en mi. Alcé la mirada topandome con todas las miradas en mi. Tragué.
— Mmm —musité.
Aquella cena estaba siento interminable y incómoda.
— Que cómo te llamas, cariño. —dijo mamá algo divertida— Te lo preguntó el chico.
— ¡Ah si! —dijo rápidamente Danna—. No les presenté, vaya, lo siento.... Ella es mi hermanastra Enna, y el es mi mejor amigo, Blake. Ah, ella es la prometida de papá, Margo.
— Encantado —sonrió el chico llamado Blake, con un accento ingles muy bonito.
— Que mono —dijo mamá.
No supe que decir, así que preferí quedarme en silencio. Acabé la cena lo antes posible.
— ¿Dónde dejo el plato?
— La cocina está ahí delante —me indicó James.
Asentí, y agarré mi plato y mi vaso, caminando hacía la cocina alcancé a oir que mamá decía:
— Perdónenla, está algo triste y distraida, no le gusta mucho la idea de venir aquí a vivir.
Rodé los ojos.
Dejé las cosas en el lava vajillas y salí de la cocina.
— Buenas noches... —murmuré dando una rápida mirada, hacia ellos, en verdad no me sentía bien, a parte sentía las miradas de ellos en mi, sobre todo la de Blake, que quemaba en mi de verguenza.
— Buenas noches. —me respondieron.
Subí las escaleras rápidamente y me encerré en mi habitación. Faltaban dos días para comenzar el instituto, aun que esa no era mi máxima preocupación en aquellos momentos.
Me sentí rídicula y fuera de lugar, sumando que estaba triste, quería un abrazo de Oliv o un beso de Derek. Me sentí pequeña en esa casa, y las lagrimas salian ya por si solas, sin mi permiso.
Sollocé, pensé en llamar a Derek, pero no quería que el me viera mal, además, sólo llevabamos un día, no quería parecer desesperada. Marqué el número de papá.
— ¡Princesa! —dijo ánimado.
— Papá... —sollocé.
— ¿Qué ocurre? —su voz sonó preocupada.
— No me gusta este sitio, extraño a mis amigos, a ti, a mis hermanitos... —sollocé.
— Oh, cariño... Ya verás como dentro de una semana te sentiras mejor,ahora todo es nuevo para ti.
— Es que... —sollocé de nuevo— Quiero volver a España, ¿No podría quedarme a vivir contigo?
— Margo no querrá, ella quiere estar contigo. Por mi estaría genial, sabes que siempre que quieras, te recibiré con los brazos abiertos, al igual que Elena. Pero Margo te quiere ahí.
— ¡Me da igual lo que quiera mamá! A ella no le importa lo que yo quiero, no debería importarme lo que ella quiera.
— Bueno, pero ella sigue teniendo tú custodia —me recordó.
— Pero...
— Si dentro de unas semanas piensas igual, intentaré hablar con Margo, ¿Bien? —suspiró.
— ¡Sí! Grácias, papá. Te amo mucho, ¿Sabes que te amo mucho, no?
— Lo sé, enana, lo sé —rió—. Yo también te amo mucho.