Capítulo 11

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Aquella mañana desperté por primera vez en una habitación desconocida, que no era ni la mía ni la del hotel, si no que era la de mi amiga Samantha.

Quizás hoy me había demorado un poco más en la cama y eso que anoche no me acosté tarde, lo que es raro en mi, pero estaba realmente cansado.

Después de varios minutos decidí levantarme ya que eran casi las 11 y media de la mañana.

Entré a la cocina dispuesto a prepararme el desayuno, pero para mi sorpresa Anaju ya lo estaba haciendo por mi. Al ver esa imagen sonreí inconscientemente, y como si lo hubiera visto se giró hacia  mi.

-Buenos días Huguito- Me saludó con una gran sonrisa- ¿Que tal has dormido?

-Perfectamente- me acerqué a ella y le di un pequeño abrazo- la cama de Sam es to cómoda illa

Ambos nos sentamos a desayunar en la pequeña mesa que había en la cocina mientras hablabámos de cualquier cosa. Cuando se trataba de Anaju, cualquier tema de conversación era bueno.

-¿Sabes que es  lo malo de haberme mudao aqui?- le pregunté a Anaju- Qué voy a tener que hace un cursillo para saber llegar a la discográfica- Ella soltó una sorona carcajada que yo acompañe- Esque antes estaba al lado del hotel entonces podía ir andando

-Se me ocurre algo- la miré

-Dime- Dije dándole paso a que hablara.

-¿Tienes algo hoy?- Negué con la cabeza- Pues te voy a enseñar la ciudad.

Poco después ambos estábamos ya recorriendo las calles de Madrid rumbo a nuestra primera parada, que no era otro sitio que una simple hamburguesería.

-Este es mi sitio favorito para comer de toda la ciudad. Vas a flipar con lo rico que está todo.

Y no mentía. Aquella quizás fue la mejor hamburguesa que había probado en mi vida.

Al terminar de comer ambos fuimos hacia una estación de metro que nos llevó hacia la puerta del sol.  Después de comprarnos un helado cada uno, caminamos por allí y mientras lo haciamos Anaju no hacia otra cosa que contarme historias sobre aquel emblemático lugar, incluyendo anectodas que había vivido con Sam. Yo no podía parar de escucharla. Juro que sería capaz de quedarme días escuchando hablar a esta mujer y no me cansaría.

-Y ¿ves ese bar de ahí?- Anaju proseguía con sus historias- Pues un día Sam y yo fuimos a tomar unas copas allí, y al final acabó tan tan borracha que tuve que llamar a Enzo para que nos recogiera en coche, fue una locura...

-¿Enzo?- la corté al escuchar aquel nombre desconocido- ¿Quién es?

-Ahh Enzo- Pareció ponerse nerviosa de pronto - No...no es nadie solo un chico que Samantha y yo conocimos aquí.

La miré no muy convencido.

-¿Es tu novio?- Lo solté sin pensar, pero era algo que nose porque, necesitaba saber.

-No Hugo no- Parecía que el tema de conversación le incomodaba.

-Me lo puedes contar si quieres- Le dije mientras nos sentábamos en un banco

-Bueno- cedió- se puede decir que tuvimos algo. Pero se acabó- Esta vez habló seca y medio cortante.

Me quemó la idea de que estuviera con alguien y me asusté. ¿Que me estaba pasando?

-Todavía no me has dicho dónde vamos a ir ahora- Decidí que lo mejor era cambiar de tema y ella me lo agradeció con una gran sonrisa.

-Ahora lo verás- Dijo- Te va a encantar.

Poco después ambos nos encontramos de nuevo recorriendo las calles de la ciudad. Yo iba guiado por Anaju, que se detuvo frente a un edificio en la Gran Vía y tiró de mi para que entrara con ella.

-Espera aquí

Se acercó al mostrador que había en la recepción de aquel edificio y tras breves momentos, ambos nos encontramos en un ascensor que no paraba de subir.

Al salir del ascensor me encontré en una terraza circular rodeada de barandillas, por las cuales si me asomaba podía ver toda la ciudad bajo mis pies.

-¿Que te parece?- preguntó ilusionada

-Es una pasada Anaju- Respondí sincero. La estampa de toda la ciudad de Madrid a esas alturas y con el atardecer, era de las más bonitas que había visto en mi vida.

Anaju se sitúo a mi lado y yo, como acto reflejo la rodeé con mi brazo. Ella posó su cabeza sobre mí hombro.

Pasamos unos minutos en silencio, simplemente apreciando las vistas.

-¿Prometes que no volverás a faltarme nunca?- Su pregunta me pilló de improviso, pero con ella me demostró que el tiempo que habíamos estado distanciados le había dolido tanto como a mi, a pesar de que pasé mucho tiempo intentando ocultarlo.

-Prometido señorita- a pesar de que no la veía supe que sonrió.

-Te quiero mucho Huguito

Y fue en ese preciso instante cuando supe que la necesitaría para siempre.


UP | anahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora