VIII. Ofiuco

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Esperando - Nil Moliner y Bely Basarte 

Vámonos a Marte - Kevin Kaarl ;


No se volvió a mencionar nada más sobre el incidente de esa mañana con el que Anne y él tuvieron que lidiar, sin tener en cuenta las extrañas miradas y las sonrisas de Rafa o Eva. Después de separarse rápidamente, ni Anne ni Gèrard pudieron hacerlo pasar por algo más que la típica excusa de "teníamos frío."

Él no podría haber estado más agradecido de que no fuera otra persona quien les hubiera atrapado, eso sí. En particular cierto chico que habían estado haciendo el esfuerzo de evitar. Solo quedaba rezar para que ni Rafa ni Eva mencionaran nada, aunque les hubieran dado el beneficio de la duda. A Rafa en particular.

— ¿Crees que se han dado cuenta de...? — le murmuró en un susurro a Anne después de que les hubieran dejado en la habitación solos.

— Bueno, dado el hecho de que hemos sido despertados por sus risitas, creo que estan un poco familiarizados con el hecho de que nos quedamos dormidos así, si.

— Espero que no actúen de manera diferente alrededor de nosotros — se preocupó, mordisqueando la piel suelta en el lado de la uña del pulgar.

— Ya actuaban como nuestros cupidos personales sin intereses. No creo que cualquier cambio sea demasiado drástico — le sonrió ella, pasando la mano por su flequillo.

— Espero que no— discretamente, se alejó de ella, ajustando su camiseta antes de quitársela nerviosamente, dándose cuenta de que ella había hecho lo mismo, mirando hacia otro lado y asegurándose de que estaba completamente ocupado antes de hacer cualquier cosa.

Se sentía culpable por saber aquello, aunque sabía que no era realmente culpa suya. Simplemente había mirado hacia arriba en el momento equivocado, del mismo modo que le había pasado a Rafa.

La única diferencia era que Anne no tenía idea de que lo sabía.

Se preguntaba si alguna vez lo descubriría, aunque no tenía ni idea de cómo lo haría. No era algo en lo que quisiera pensar particularmente. Quizás le trataría diferente si lo supiera. Y la forma en que actuaba a su alrededor no era algo que pudiera permitirse perder.

— ¿Ya estas? — le preguntó tímidamente Anne, haciéndole rebotar hacia la realidad para darse cuenta de que apenas se había quitado la camisa.

— Oh- bien, er-... casi. Sí. — reemplazó su desnudez con una camiseta negra, una camisa tejana por encima y los pantalones azules rasgados de siempre, sin prestar atención al contenido de su modelo y si pegaba o no. Su mente estaba demasiado ocupada con otras cosas de un poco más importancia que si sus pantalones tenían alguna mancha en ellos.

— Hecho — murmuró, pasando sus dedos a través del flequillo, tratando de hacerlo caer sobre su frente de una manera menos desordenada, aunque era cuestionable si su intento había sido exitoso o no.

— Date la vuelta — le ordenó Anne de repente, con un tono borde ligeramente alarmante en su voz.

Frunciendo el ceño en confusión, girandose para enfrentarla.

Y se le cayó el corazón.

No llevaba camiseta.

Ella tragó saliva, parpadeando mientras estudiaba la reacción del chico, siendo expuesto a una exposición de piel maltratada, cada centímetro de sus muñecas y parcialmente del alrededor de sus brazos cubierto de cortes que manchaban el color bronceado de un rojo

profundo.

— Anne... — la irregularidad de su respiración se intensificó, ya que no sólo se enfrentaba una vez más con la visión completa de aquello, sino al hecho crudo de que esta vez, había sido intencionalmente.

Constelaciones del sur | OT 2020 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora