17

1.3K 74 18
                                    

Milena.

Amaba compartir tiempo con Salvador y con Thiago, pero durante estos meses había dejado de lado a mis dos amigas, Juana y Sofía, tenía que ponerme en contacto, lo hacía, pero nuestras charlas eran cortas, necesitaba contarles todo lo que había ocurrido, en estos meses con Salvador habían pasado miles de cosas, pasaba más tiempo en su casa que en la mía.

Papá estaba conociendo a alguien, y no lo culpaba, me gustaba que rehiciera su vida después de veintidós años, él se había enfocado en cuidarme, yo era su centro, su mundo, y me parecía justo que encontrara una novia, con quien compartir su tiempo.

Esta semana habíamos acordado que Thiago se iba a quedar en casa, Karla iba a salir del país por trabajo y era mejor que Thiago se quedara conmigo, Ana, estaba a días de tener a Felipe en nuestros brazos, estábamos todos muy emocionados, Salvador estaba extraño, algo traía entre manos, pero no sabía qué, no quería presionarlo, él me iba a contar cuando quisiera.

Por otra parte con Salvador no habíamos llegado a siguiente base, pero era cuestión de semanas o días para que llegaramos, cada vez era más difícil.

Sonó el timbre de casa, seguramente era Thiago, abrí la puerta y me lo encontré.

—Tia Mile—. me abrazó, nunca me iba a aburrir de estos abrazos de oso.

—BIenvenido pequeño, ¿Quien te trajo?— pregunté ya que no vi a nadie

—Mamá me dejó y se fue rápido—. asentí, en el último tiempo Karla se mostraba más distante, no sabía qué le pasaba, y tampoco teníamos confianza para hablar de nuestros problemas.

—Bueno, pasá, deja la mochila en mi habitación y vení a la sala—. el pequeño asintió.

Nos quedamos hasta tarde mirando la televisión, por momentos Thiago se reía, algo que teníamos en común era nuestro amor por los dibujos animados, en lo personal podía pasar todo el día mirando el televisor que no me disgustaba.

Estábamos en silencio cuando Thiago inició la conversación.

—¿Tía?—preguntó, mientras dejaba de atender al televisor.

—¿Qué pasó Titi?— así era el apodo que había designado para él.

—Falta poco para que nazca el primo Felipe—. lo miré atentamente, no entendía cuál era el punto.

— ¡Sí!—exclamé eufórica. —¿Estas ansioso?—. pregunté.

—No, no quiero que nazca el bebé—. su declaración me dejó sin palabras, tanto que tuve que pensar cómo continuar la conversación.

—¿Qué pasa Titi? ¿no te gusta la idea de un primito?—. no sabía que le pasaba.

—No quiero compartirte con él— confesó.

—Pero titi, siempre te voy a querer, y si, me vas a tener que compartir con el.

—Me vas a dejar de lado, ya no me vas a querer, lo vas a amar más a él—. estaba celoso por la nueva llegada.

—Titi, no—. lo abracé. —No te vamos a dejar de lado, y nunca, nunca te voy a dejar de amar.

—¿Me lo prometes tia?—. tenía sus ojitos con lágrimas, asentí.

—Te lo prometo.

Luego de la charla que tuve con Thiago, sobre sus celos hacia Felipe, el timbre de casa sonó, me levanté hacia la puerta y me encontré con Sofía, en la puerta de mi casa.

—¡Amigaaaa!—. exclamó muy fuerte, tanto que titi salió corriendo a donde yo estaba.

—¡Tia!—. genial, Sofía lo había asustado.

SalvadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora