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Milena

Notaba que Salvador estaba colapsando, tal vez en el club le estaban exigiendo bastante, él es un muy buen jugador de básquetbol y por eso estamos acá, en España. Algo le estaba ocurriendo, lo conozco muy bien como para saber cuando algo no está bien.

—Salva—. Lo llamé a la sala.

—Voy—. Dijo desde el baño.

—¿Qué pasa amor?—. Negó.

—Nada, solo que estos días estoy entrenando más duro y me agobia.

—¿Seguro? Podés hablar conmigo lo que quieras—. Él asintió.

—Lo sé, sé que puedo contar con vos siempre, ¿sabes algo?—. Negué. —Sos mi cable a tierra, te amo Milena.

Siempre me preguntaba lo loco que había sido el destino con nosotros, el unirnos, el milagro de encontrarnos en un mundo con millones de personas, es simplemente fabuloso, increíble de pensarlo, éramos afortunados.

Salvador.

Habían pasado los dos días, nuestras familias estaban por llegar al aeropuerto, estaba emocionado, y ansioso, porque Milena iba a ver a sus hermanos otra vez, sabía que Santino le hacía mucha falta, la distancia no era fácil para ellos que habían conectado tan bien, su amistad y hermandad me deja estupefacto, se habían elegido como hermanos y no existe algo tan maravilloso como eso.

Y mi familia, mis padres, mis sobrinos, hermanas, extrañaba a todos, ellos sabían de la sorpresa a Milena, solo esperaba que nadie lo comentara, porque quería que fuera perfecto.

—¡Tio!—escuché la voz de Thiago, me di vuelta y lo ví, estos meses habían hecho lo suyo, estaba más alto.

—¡Campeón! ¿Cómo estás? —Pregunté luego de abrazarlo con mucha intensidad, Thiago era como mi hijo, desde que su padre se había ido, yo me había hecho cargo de él, no solo como tío, sino como una figura paterna, estar lejos de él dolía, pero aún así habíamos hecho videollamadas todas las semanas.

—Bien, no sabes, me encantó ir en avión, cuando subió, vi las nubes—. Si, él estaba emocionado. —Quiero ver a la tía—. comentó.

—Y la vas a ver, solo que más tarde—. Lo abracé.

—¡Nos volvemos a ver!—. Exclamó Santino, lo abracé, más allá de sus amenazas sobreprotectoras en cuanto a Milena, nos habíamos vuelto amigos, era lo mejor y ahora estaba de mi lado, una ventaja para la sorpresa.

—Así es—. lo abracé.

—¿No vas a saludar a tu madre?—.Mamá entró en mi cuadro de visión, la había extrañado mucho, sus palabras, consejos, todo de ella.

—Mamá—. Caminé hacia ella y la abracé tan fuerte como pude, ahora entiendo cuando alguien dice que es difícil vivir sin nuestras madres.

—Te extrañé cariño.—susurró mamá.

—Yo más, má.

Y así fui saludando a cada uno de los integrantes de mi familia, un total de doce personas, Milena iba a explotar de la emoción, ya me parecía ver sus mejillas sonrosadas al verlos.

Esperaba ese momento, para además de todo volver a pedirle casamiento frente a nuestras familias, pero esta vez para cumplirlo y hacerlo realidad. Llevé a todos a la casa de campo que Susan le había comentado a Mile, ellos iban a permanecer ahí hasta mañana, día en que con Milena íbamos a pasar la semana allí.

—Nos vemos mañana—. comenté a todos, la casa era inmensa, había habitaciones para todos, agradecía a Susan y Carlos por ayudarme a preparar todo.

SalvadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora