Al Azar

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Después de ese día mi ánimo no mejoro, a pesar de que Sam llamaba todos los días por la noche y nos quedábamos hablando de tonterías por horas, , pero al siguiente día al caminar por los pasillos sin el conmigo mi humor empeoraba , no había quien se acercara a hablarme, y mucho menos mencionar a Sam a mi alrededor, en la universidad era conocida por ser la la novia del mejor futbolista de la escuela, a pesar de que no era cierto, Sam y yo nos habíamos acostumbrado a las malas interpretaciones de la gente con respecto a nuestra relación, pero no nos importaba aunque a veces me sentía mal porque sabía que Sam pasaba tiempo conmigo porque no habían muchas personas con las que yo pudiera hablar y abandonaba su vida social y a sus amigos por no dejarme sola.

En cambio mi mal humor no había alcanzado tales grados antes, habían pasado 3 meses desde que Sam se fue y no había día que no me llamara, ayer me pase hasta las 3 de la mañana esperando y ni rastro, tampoco me llamo hoy, sin duda era el peor momento para que alguien precisamente ese alguien me molestara.

-Hola ¿cómo está la mañana para la princesa del orden?- tenía esa sonrisa molesta pegada en toda su cara- oh no, ¿cómo es que nuestra niña responsable tiene esas ojeras? ¿no me digas que te pasaste la noche gozando de fiesta en fiesta?- imbécil de mierda, no estaba de humor para pelear con él- o tal vez te quedaste toda la noche llorando en casa por tu queridísimo Sam, supéralo, nena, han pasado 3 meses, supéralo.

Realmente no quería decir nada pero joder mi mal humor y su risa de oreja a oreja no ayudaban. 

-Cass, no recuerdo haberte dado la confianza para que me llames nena y si estas tan aburrido como para meterte conmigo tan temprano en la mañana, será mejor que te entretengas masturbándote en el baño, pero si no te parece suficiente te puedo ayudar a buscar un palo para que te lo metas por el culo- le dije furiosa pero solo sonrió ante mi elocuente forma de mandarlo a la mierda.

-Nena, probablemente lo sabes pero no necesito masturbarme tengo todo lo que necesito como para eso y con respecto a lo de palo... -  me miro de arriba a abajo-  creo que lo necesitas más que yo, con gusto te ayudaría pero me gustan más altas y un poco menos mojigatas, ¿si sabes a lo que me refiero?

Suena la campana y para empeorar el día me toca la clase de Matemáticas odio esa asignatura y de contra también le tocaba al cretino que tengo delante, suspire, no podía existir peor día en la historia. 

Me dirigí al aula, ya estaba llena de gente. Me senté en uno de los puestos vacíos de la parte de atrás así podía desatender a la clase de vez en cuando, no es que lo hiciera a menudo, soy una estudiante estelar pero repito odio las matemáticas.
En los últimos minutos de la clase el profesor se detiene mira en dirección a todos y se ajusta las gafas.

-Tengo una sorpresa para los verdaderos veteranos de la matemática-  todos hicieron un abucheo, sin duda no sería una buena sorpresa-  hey alégrense tengo una tarea a dúo con ejercicios que sé que les van a encantar-  lo dijo con una expresión tan alegre en su rostro que me llevo a pensar que realmente creía que nos iba a gustar. Me preguntaba por qué todos los profesores pensaban que su asignatura era la más entretenida e importante y a la que deberíamos poner más atención, cuando para nosotros solo eran obligaciones a tener en cuenta para lograr obtener nuestra carrera.

-Estoy de acuerdo, me estoy aburriendo de tanto sexo todos los días, hace falta usar un poco el cerebro- soltó el comentario la última persona que espere que lo hiciera, Cass podía ser de todo menos tonto, su inteligencia estaba par a la mía y en matemáticas tenía que ponerme las pilas porque en cualquier momento podría superarme,  eso era lo último que podía pasar, el mundo podía desintegrarse pero no perdería con semejante cretino al menos no en la única cosa que era buena.

Amor a lo Carmelita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora