Una mañana

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Me desperté. Era el primer día del curso, y me sentía confusa. Era extraño, ya que a mi me encantaba ir al instituto y ver a todos mis compañeros.

Me vestí desayuné y me dispuse a ir a la escuela.

Cuando llegué, no dejaba de pensar en mi tía, en si se encontraría bien. Entonces llamé a casa. Hablé con ella y me pidió que me tranquilizara, que ella se encontraba perfectamente. Pero a mi no se me quitó la angustia de encima, así que a sexta hora, cuando salí de mis clases, fui corriendo hasta casa sin despedirme si quiera de mis amigos.

Al llegar a casa Dobby, mi perro, no me vino a recibir y eso era extraño pues siempre que volvía de algún sitio me lo encontraba en la puerta de mi casa esperándome. Abrí la puerta y dentro, en el suelo, encontré huellas de Dobby, huellas de sangre. Seguí el rastro y allí estaba él. Con sangre en el hocico. Me acerqué a mirar que había ahí. No me lo podía creer. Mis supersticiones eran ciertas. Mi tía se encontraba muerta, tirada en la cama, con una mirada que expresaba terror y una bala que le atravesaba el pecho.

Mancha de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora