Encerrada

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La luz de la mañana me despertó.
Me daba directamente en los ojos y se colaba entre los huecos que había entre las cortinas.
Me apresuré a levantarme y vestirme con la ropa del día anterior.
Salí, y nada más girarme, ¡BUM! estaba Freddery.
Menudo susto, casi le pego una patada ninja. Aunque se la merecía por haberme asustado.

-¿Qué haces con esas horribles prendas?

-Yo... Yo...

-Anda, ven que te voy a dar algo que no sean trapos sucios.

Mi cara de asco en ese momento fue brutal. Adoraba esa camiseta de rayas junto con mis legins favoritos.

Freddery no era como yo me imaginaba al conocerle antes de que pudiera comunicarme con él.
Al principio me parecía... Mm... ¿Cómo decirlo, dulce?
Sí, algo así. Pero ahora era como muy estridente y mandón.
No me gustaba que me tratasen así, y menos un enano rarito.

Me llevo hasta la cocina para que desayunara y me preparó un desayuno algo más raro aún que lo del día anterior. La diferencia... Es que este estaba asqueroso.

Al terminar de desayunar me llevo a un enorme salón con una mesa muy alargada al fondo.

No me podía creer que ese enorme palacio perteneciera solamente a él, así que, le pregunte:

-¿Vive alguien más contigo?

-Sí, yo - dijo una segunda voz.

-Y tu eres..

Salió de la oscuridad un señor muy alto y delgado, bastante guapo para mi gusto, aunque era algo mayor.

-Soy el amo de Freddery, Jack, y el que te va a ayudar a conseguir lo que estas buscando.

-¿Cómo sabes lo que estoy buscando?

-¿No es justicia lo que buscas?

-Sí.

-Pues con eso no te hace falta saber más.

Me enseñó todo el maravilloso castillo o palacio, como se quiera llamar. Y al final de nuestra rutina me llevó hasta la biblioteca.

-Espero que te guste este lugar. - dijo.

-¿Y eso? - respondí.

-Estarás aquí mucho tiempo.

Y como por arte de magia desapareció y me dejó sola en la gran biblioteca. Empecé a ojear libros y al fin me decidí por uno.
Se llamaba 'El poder de la luna'.
El titulo me atrajo mucho así que lo cogí.
Cuando fui a salir de la biblioteca, era imposible abrir la puerta. Lo intenté una y otra vez. Pero al parecer el asqueroso señor, aunque bastante bueno, me había encerrado.
A mi nadie me manipulaba y menos después de ser huérfana y haber perdido a mi tía.
Empecé a chillar y pegar golpes pero parecía inútil.
Así que, como no podía hacer otra cosa en ese lugar, abrí el libro escogido por la primera página, y empecé a leer.

Mancha de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora