The storm

671 12 8
                                    

The Storm

"Audentes fortuna iuvat " (La fortuna sonríe a los audaces)

Virgilio

8 de junio del 2012

Sé que mi vida era perfectamente ordinaria hasta hace unos días cuando lo único que hacía en mi vida era preocuparme por mis tener buenas notas, salir con mi novio , mis mejores amigas y mis fantásticos padres y mi hermana Vic. La verdad, no podía quejarme estaba viviendo la vida que cualquiera pudiera desear, tenía amigos, familia, no era rica pero no me quejaba, obtenía todo lo que quería porque trabaja para ganármelo. No me creerías después de hablar con tanto entusiasmo sobre mi maravillosa vida pero nunca he sido del tipo de chicas que creen en la perfección de las cosas pero si alguien me lo preguntara diría que era perfecta, pero quien iba a saber lo que el destino tenía planeado para mi ese día.

Esa mañana desperté con un sentimiento extraño en el estómago, como un mal sabor de boca después de una gran comida, pero como últimamente me pasaba tan seguido decidí ignorarlo. Era uno de esos días en los que te sientes diferente, no es que me hubiera alcanzado un rayo durante la tormenta y despertara con súper poderes o algo por el estilo, es solo que esa mañana lluviosa empecé a ver muchos aspectos de mi vida que antes ignoraba. Tras arreglarme y dejar una nota a mi madre de que regresaría para la cena me encaminé a casa de Ben porque quería sorprenderlo.

La casa de Caleb, o como algunos niños solían llamarla en aquellos buenos tiempos donde la tecnología no era la cosa más relevante en la vida de las personas: La granja roja, suena realmente estúpido pero no es referente al color o algo por el estilo. Solía rumorearse por los universitarios de ese entonces que cuando ellos eran niños solían jugar a las afueras de la ahora casa de Cal, en ese entonces habitada por un viejo rico y sin hijos que importaba ganado, se podían escuchar insufribles gritos de una mujer y un niño; hubo algunos que incluso aseguran haber visto al hombre con la ropa ensangrentada (posiblemente de la mujer y el niño) y con un gran cuchillo andar como si nada por la casa. Nunca se supo realmente nada acerca del supuesto asesino que habitada en aquella casa roja no al menos hasta el día en que murió internado en el hospital por una enfermedad de nombre confuso y bastante rara llamada carbunclo.

Eventualmente tras conocer de su muerte y sin pruebas evidentes sus actividades realizadas el pueblo poco a poco lo fue olvidando y ahora solo los residentes de años como yo conocemos la leyenda; por eso fue más sencillo para mí cuando Cal se mudó al pueblo y empezamos a relacionarnos, él no sabía nada acerca de esa historia y yo realmente la creía muy estúpida como para contársela; sin embargo, la primera vez que me invitó a su casa sentí tal escalofríos al, cruzar por el pórtico que lo único razonable para mi en ese momento fue dar media vuelta y echarme a correr de vuelta a casa sin importar cuanto gritaba y corría Ben tras mío. Recuerdo perfecto que cuando por fin paré (gracias al agarre de Cal en mi brazo), la única excusa que logré inventarme fue que no me sentía nada bien esa tarde y que era mejor que volviera de inmediato a casa. Por su puesto que él no creyó ni una palabra y no lo culpo yo tampoco lo hubiera hecho pero en vez de cuestionarme me dejó extrañado y volvió por donde vino. Tuve que sacarme esos estúpidos pensamientos acerca de su casa y tras un par de horas decidí ir a disculparme con él, esta vez sí que entré a la casa. Para ser sinceros es que resultó tan acogedora que fue como seguir en la mía; esa es una de las razones por las que amo pasar el tiempo en casa de Ben, su madre incluso me ha dicho donde ocultan la llave de la puerta trasera para cuando ellos no estén para abrirme yo pueda entrar cuando quiera.

Ese día no sería la excepción ya que al llegar no vi ninguno de los carros de sus padres así que me dirigí directamente a la puerta trasera que conducía a la cocina, entre sin avisar y no escuche rastro de Cal en el primer piso así que supuse que estaría en el sótano holgazaneando. Al aproximarme a las escaleras del sótano no pude evitar escuchar unas risas y murmullos provenientes de ahí abajo y un sonido de ¿besos?, lo medité un momento tratando de pensar en la posibilidad de que ese extraño sonido no fuera un beso además solo lo había escuchado una vez puede que solo lo haya imaginado y haya empezado a convertirme en esas novias paranoicas pero no... ahí estaba otra vez; eso definitivamente fue el sonido de dos personas besándose. No pude resistirlo más y baje silenciosamente a echar un vistazo.

-No me fascina esto de tener que estar ocultos siempre, que tal si alguien nos llega a pillar? Qué se supone que diré - dijo Cal -Oh cielo, sabes que nadie aceptaría tu declaración al mundo - juro que estaba a punto de montar una escena al estilo telenovela cuando me percaté que esa voz no era precisamente de una mujer si no de un...hombre. Intrigada, logré asomar un poco mi cabeza para ver lo que estaba pasando y si efectivamente ahí estaba mi novio engañándome con otro hombre, literalmente. No quería asomarme mucho pero en serio quería saber quién era este chico pero por más que traté la figura corpulenta de Cal me lo impidió.

-Lo sé pero aún no sé qué pasa conmigo y no quiero arruinarlo todo, tienes que entender – eso fue lo último que logré escuchar ya que acto seguido llevé mis pasos silenciosamente hasta llegar arriba y me fui sin decir nada de lo que había visto.

Supongo que el paraíso no iba a durar para siempre ¿oh si?


-Stacy

Diaries of secretsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora