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Lalisa había intentado suicidarse, pero afortunadamente habíamos llegado a tiempo para salvar su vida. Estaba acostada en la cama del hospital respirando a través de una máscara de oxígeno, una vía intravenosa conectada a ella.

Como su enfermera, me sentí responsable de lo que le sucedió. Si no la hubiera dejado fuera de mi vista, tal vez esto no hubiera sucedido en absoluto.

Observé a Lalisa mientras dormía pacíficamente, a pesar de lo caótica que había sido su vida. Su pecho se movía en una constante subida y caída lenta.

Cualquier persona normal fácilmente la consideraría digna de ser una idol. Debería haber estado en uno de los escenarios de los MV's; sentada en su habitación privada, leyendo las líneas que se suponía que tenía que cantar y tomando un sorbo de jugo fresco que le había traído algún asistente, en cambio, era una maniaca condenada por asesinatos. Además, era tan impredecible y eso era lo que la hacía aún más misteriosa.

Misteriosa.

Impredecible.

Preciosa.

Instintivamente, aparté los mechones de cabello de su cara. Era casi pasada la hora del almuerzo cuando ella abrió los ojos. Su respiración era normal por lo que se retiró el ventilador.

Miraba al frente; cualquier signo de diversión no existía. Revisé sus signos vitales y le conté sobre las dosis adicionales de medicamentos que debía comenzar el día siguiente.

Ella solo asintió una vez, su rostro enmascaraba la indiferencia. Luego fue trasladada de la sala de emergencias a una habitación normal de hospital en una camilla donde iba a estar bajo observación. Esta habitación en particular tenía una pantalla plana montada contra la pared.

El silencio se estaba volviendo incómodo, así que decidí romperlo — ¿Te gustaría descansar un poco más? Creo que es mejor si duermes toda la noche. Te sentirás mejor mañana — sugerí.

Lalisa me miró con su mirada oscura — Todo lo que he estado haciendo durante los últimos seis meses es descansar. Lo que realmente quiero hacer es salir de este maldito lugar.

No le dije nada a eso, en cambio le pregunté — ¿Realmente mataste a Suho?

— Enfermera Jennie, no tú también — ella dijo — Alguien obviamente me está inculpando.

— Pero toda la evidencia está en tu contra, Lalisa. El asesinato...es similar a los anteriores.

— Yo.No.Lo.Hice. No.Maté.A.Suho — dijo con una voz en alto — Si hay alguien a quien me gustaría matar, sería a Roseanne-maldita-Park.

— Shhh... Baja tu voz.

— Si te dijera algo Jen, ¿me creerías? — preguntó, su voz se suavizó un poco.

Ella me había dicho "Jen", como en aquella llamada después de llevarle el pastel de chocolate. Esto me dio la impresión de que hablaba enserio.

— ¿Qué cosa?

Se enderezó y me miró a los ojos — Los asesinatos anteriores. Yo... no maté a ninguno de ellos.

Creo que tomó mucho tiempo para asimilar sus palabras y el shock se registrara en mi cara — No te creo.

— Y no puedo culparte, nadie lo hizo hasta ahora, pero no puedes cambiar la verdad — dijo con tanta sinceridad que incluso el Papa le creería, pero yo sabía que no debía confiar en Lalisa.

Se sabía que jugaba bien sus cartas, derribaba todas las barreras y dejaba a una persona lo suficientemente descuidada como para hacerles pensar que estaba hablando en serio hasta que la sorpresa era para ellos.

Mental Asylum [Adaptación Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora