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Estaba recordando nuestro primer beso.

Tú, en esa silla, estaba más que nervioso. Dios, ¿Qué podía hacer?

(Además de besarte, obvio).

Estaba aterrado, no quería besarte y que se perdiera el encanto.

Me gustas, me gustas mucho.
Sigo pensando que nadie entenderá el grado de amor, admiración, felicidad, paz, deseo que solo me provocas al verme.

Siempre me iba dándote la vuelta cuando en nuestras conversaciones mencionas a mi mega crush (y aun eres mi mega crush), tenía miedo de no ser correspondió, que el final solo fuera un juego donde me deje llevar y tus coqueteos se terminarían porque no era lo suficientemente bueno para ti.

Que tus expectativas conmigo eran otras. Sin importar qué me decías que soy especial, que soy lindo, que me veías de una forma tan... espiritual.

Espero seguir transmitiendo esa energía contigo. Porque para mí no hay nada mejor en el mundo, que te haga sentir de la mejor manera estando juntos.

Y aquí me tienes. Después de tan maravillosos besos, aquí me tienes. Deseando besarte los labios, tomarte de la cintura, acariciar tus mejillas, abrazarte o solo dejarte besos en alguna parte de tu bello rostro.

Aquí me tienes, para sostener tu manos todos los días, caminar a tu lado y decirte lo preciosa que eres.

Aquí me tienes, para llorar en tus días tristes. Y reírte en tus días felices. Para ver películas, para compartirnos algún libro, para estar en el chisme, para hablar de cualquier tema, desde el más tonto, hasta tocar temas muy profundos y aún cuando no estemos de acuerdo, saber que esa diferencia solo nos hará conocernos y amarnos más.

Aquí me tienes. Toda la vida.
Bonita.

Para: Bonita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora