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Disfrutaba mucho cuando la veía cocinar para mí, esos waffles a la mañana junto con mi leche de plátano me enamoraba cada día más.

Hasta que decidí ser frío con ella, teniendo -tenía- la idea que se quedaría conmigo para siempre.

Conocí a Lee Ji-Eun, una joven cuatro años mayor que yo, y muy tierna, por decir. Comenzamos a tener citas, a escondidas de Hyeon y siendo sincero, me estaba atormentando eso de ser infiel.

Nunca quise hacerlo.

Pero lo hice, sabiendo el amor que Hyeon me tiene -tenía-.

Lunes, 13 de junio, 2019.

---¡Buenos días, cariño! -dijo alegre, mientras me veía.

---Hola, Hyeon. -me senté a desayunar y ella colocó esos waffles riquísimos junto con mi leche de plátano.

---Espero que lo disfrutes. -sonrió y me dio un beso en la mejilla.

No respondí. Me dediqué a comer mi desayuno para irme, ella no trabajaba, no se lo permitía.

Tampoco le permitía salir, aún que aveces me lo pedía de rodillas, no quería que saliera, ella era -es- hermosa, y no quería que conozca a otro y me deje.

Aveces su mejor amiga venía a casa, y trataba de convencerme, pero no lo lograba. Su mejor amiga, Hee-Sook, me caía muy bien, siempre estuvo con Hyeon para darle consejos, pero cuando quería darle consejos a Hyeon sobre nuestra relación, la frenaba.

Sabía que Hee-Sook y Hyeon eran como hermanas, se criaron prácticamente juntas, por ser compañeras desde Kinder, y la ayudaría hasta morir.

A Hyeon nunca se le pasó por la cabeza que yo la estaba engañando, ni que ya no la quería. Ok, sí, la quería -quiero-, le tenía -tengo- aprecio, me tenía loco todo de ella. Pero Ji-Eun igual.

Recuerdo que Hyeon en nuestra primera cita me regaló stikers de animes, siempre lo hacía. Sabía que me encantaban los animes y con más razón lo hacía.

Yo le regalé novelas gráficas, sus favoritas. Ella siempre me dibujaba cuando dormía, cuando comía o cuando estábamos en la escuela y teníamos una hora de descanso. Eso era lo que me gustaba de ella, su talento.

Cumplimos dos años de relación y yo quería pasar al siguiente nivel, debo admitir que me costó convencer a sus padres para que me dieran el permiso de pedir la mano de su única hija menor, porque las demás, eran todas mayores.

Eran -son- cuatro. Kang Yang Mi, quien nació primero. Kang Youngsoo, tiene un año de diferencia con Yang Mi. Luego Kang Dae-Yoo y por último Hyeon. Ella siempre fue la favorita de su familia, por ser alguien humilde y amable, las demás, son 'niñas de papi'.

Hyeon me lleva un año, ella tiene veintitrés y yo recién voy por los veintidós años. Nos casamos a los diecinueve, muy jóvenes. Pero el amor que le tenía -tengo- era algo difícil de explicar.

Siempre me gustaron las mujeres grandes, eso explica Ji-Eun, quien tiene veintiséis años.

---Hoy llegaré tarde, no me esperes. -agarré las llaves del auto.

---Oh...creí que podríamos hacer algo. -comentó mirando el suelo.

---Lástima, tengo mucho trabajo.

Me estaba por ir pero ella me detuvo del brazo, voltee a mirarla molesto, sabe que odio cuando hace eso.

---¿Puedo salir a tomar aire?

La pregunta de siempre. ¿Acaso no entiende la palabra 'no'?

---¿Eres inútil, Hyeon?

---Perdón, es que me aburro sola. -soltó mi brazo con delicadeza.

---¿Te aburres? Ese no es mi asunto, Hyeon. Haz, no sé, ve a la terraza, juega con Heros, no sé. -dije para luego seguir mi camino.

---Pero-...

Me harté.

---¡Puta madre, Hyeon, no saldrás! ¿¡entendido!? -grité molesto.

Me miró con un brillo diferente en sus ojos, y sus mejillas rojas, estaba por llorar, era obvio. Siempre fue una maricona.

---Perdón, cariño... -se disculpó.

---Escúchame bien, Kang. -me acerqué a ella y tomé de su mentón con fuerza.---- yo me entero que saliste de casa, juro que lamentaras demasiado haberlo hecho. Ahora, ocúpate de hacer algo productivo aquí. Adiós.

Salí del de casa para dirigirme al auto e irme, Ji-Eun sabía como sacarme el enojo.

Posesión; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora