Todos los miembros del consejo de la manada Magnusson se encontraban reunidos, debatiendo sobre quién sería el más adecuado para tomar el lugar como Alfa de la manada. El actual líder se encontraba debilitado, al ser terriblemente herido con plata liquida en su último enfrenamiento, y desde entonces no había podido recuperarse completamente.
Los Magnusson son conocidos por su gran fuerza, siendo una de las manadas más respetadas de la región, al par de los Valtersen.
Perderían dicho respeto impuesto si seguían conservando el viejo y desgastado Alfa, por lo que debía hacerse un cambio inmediato.Einar, hijo mayor del actual líder es el próximo al mando, principalmente por ser el primogénito del Alfa; considerado el más fuerte y apto entre los candidatos, agregado a ello poseía una gran inteligencia. Pero, tal parece que a él no le interesaba mucho ese asunto, ya que en todo el debate estaba distraído, sumido entre sus pensamientos.
El primogénito sólo pensaba en la persona que irrumpía sus sueños cada noche, aquella mujer de piel blanca y cabellos rubios.
Sólo podía pensar en su dulce voz, que en su cabeza se reproducía una y otra vez.Su hermano menor, Even, que aparentemente era mucho más sensato que él, viéndolo tan distraído y temiendo que su padre se percatara de su ensoñación, le dio una pequeña patada por debajo de la mesa; indicando así que prestase atención a la charla.
El mayor alzó la cabeza desorientado. No tenía idea de qué tema estaban tocando en el lugar, y sin duda, no le importaba; únicamente vio cómo los miembros del consejo asentían y se retiraban del lugar, y con ellos su padre. De a poco el salón fue quedando vacío, y sólo restaron ambos jóvenes allí.
—¿Otra vez pensando en ella? —cuestionó el menor con una sonrisa de burla en el rostro.
—De nuevo soñé con ella —respondió el ajeno con el rostro iluminado, quien lo viera en ese momento no creería que se trataba del mismo Einar Magnusson, el "Lobo Rojo Gigante", el último de ellos, el "Demonio Magnusson", como lo conocían en la manada.
—Aquí vamos... —suspiró el menor cruzándose de brazos—. Deberías dejar de pensar en esos tontos sueños que tienes y enfocarte en tu deber. Sabes que todos tienen altas expectativas sobre ti.
—Lo sé, lo sé. —Le restó importancia a esas palabras moviendo su mano con desinterés—. Pero, tú sabes que a mí no me importa mucho ese puesto. Deberían elegirte a ti, al fin y al cabo, tú serías mejor Alfa que yo. Impones mas miedo con tu cara de culo.
Even sólo rió mientras negaba con la cabeza.
—Te recuerdo que eres el consentido de los viejos, un Alfa con todas su letras, el primogénito del Alfa Aaron, el "Demonio Magnusson", el "Lobo Rojo", el "chico de la profecía" —dijo todo aquello con burla, imitando la voz de uno de los ancianos del consejo—. Si hay un culo que joder aquí, ese será el tuyo.
El mayor bufó levantándose del asiento.
—No quiero ser el Alfa, es demasiada responsabilidad para mí. Prefiero buscar a mi compañera.
El menor imitó su acción y ambos salieron del salón. Caminaron por el largo pasillo, y a su paso, las cabezas de los presentes se inclinaban respetuosamente, y ellos se mantenían erguidos, soberbios; sin siquiera saludar. Cualquiera pensaría que ellos aman la atención, tener todo ese respeto y miles de ojos mirándoles todos los días; las adulaciones y el temor.
Pero de haber podido elegir, Einar no sería el próximo en el mando, mucho menos el último de su especie, o un Magnusson. Él amaba la simpleza, la tranquilidad de los días lluviosos; el calor y la confianza. La amistad.
ESTÁS LEYENDO
Lazos de Sangre [El Alfa Y La Bruja]
General FictionEl Alfa y la Bruja - Libro I de la saga Lazos de Sangre