Capitulo 47

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Nicholas

Estaba sentado en el vestíbulo del hotel, en las habitaciones no había WiFi, por lo que tenía que bajar hasta aquí. Madison estaba sentada frente a mi con su Mac y unas gafas que le sentaban fatal. Iba vestida casual, sin ir tan formal, llevaba una falda larga suelta con una camiseta blanca con una frase enmarcada en el pecho de color negro y encima llevaba un abrigo gris, y simplemente unos tenis blancos. Era como una Madison diferente, muy distinta a la Madison formal y condescendiente de siempre, parecía simplemente ella 

Ya llevábamos dos días y medio juntos allí y descubrí que Madison no era quien aparentaba ser, o al menos no la persona que yo creía que era. Tenía un aura superficial y algo estirada, pero no lo era en absoluto. Era bastante agradable cuando se lo proponía.

Durante todo el día no he sabido nada de Allison, ni siquiera un mensaje y sabía que me estaba ignorando ya que le escribí a Steph y me dijo que pasó la tarde con ella, la última vez que hablé con ella sonaba distante y nerviosa por alguna razón inexplicable, o al menos hasta que me lo explique ella misma.

Saco mi móvil del bolsillo de mis pantalones y lo vuelvo a guardar: cero noticias de Allison.

—¿Te apetece ir por algo de comer? La comida de aquí apesta— preguntó Madison de repente, levante la mirada de mi portátil y la clave en la de ella, un mechón se había resbalado en su rostro de su coleta suelta y tenía la mano apoyada en su mejilla, en un acto de aburrimiento.

Dude unos instantes, pero tenía razón: la comida era un asco.

—Esta bien, pero luego no te quejes por qué soy una mala compañía— accedí levantándome. Sonrió y cerró su Mac. Madison se colocó a mi lado y pude ver lo baja que era sin los tacones.

—Eso ya lo sé, Parker, desde que te conozco no te he visto en ningún momento relajado.

Ignoré su comentario y fuimos hasta el aparcamiento.

Subí al coche y encendí la calefacción de inmediato por qué aquí en Nueva York hace más frío de lo que estamos acostumbrados en Los Ángeles. El trayecto hasta el restaurante es tranquilo y la pasamos escuchando canciones que Madison escogió; ese acto me recordó a Allison, a ella le encantaba escoger las canciones y yo diría que tiene un gusto bastante aburrido para ellas, aunque jamás se lo diría.

Quería tenerla aquí conmigo, traerla aquí en Nueva York para que viese la ciudad, había tanto lugares que quería que conociese...

Evite pensar en ella durante un rato, y aparqué el coche frente a un restaurante italiano el cuál escogió Madison ya que presumía que la comida aquí es fantástica.

—Mira, Maddie, no sé, pero no me fío de la comida italiana. Podríamos ir a un Macdonald's que tienen unas hamburguesas deliciosas, de las cuales si me fío—hablé apagando el coche y riéndome cuando me miro con mala cara. Ella se desabrocha el cinturón a la vez que levanta las cejas con condescendencia y me da un manotazo en el brazo.

—Primero: no me llames Maddie—protestó mientras soltaba su coleta y sus rizos caen sobre su hombro para luego volver a recogerse en una mucho más estilizada y formal—, y segundo: la comida italiana es fantástica, ya lo verás—dice abriendo la puerta del coche y saliendo del mismo.

—Bien, Maddie.

Imite su gesto y salí tras ella.

Me eche a reír al ver la cara que ponía. Al entrar al restaurante pude presenciar lo elegante que era al igual que el camarero que se nos acercó con una sonrisa muy bien actuada y nos gio a un lugar apartado al otro lado del restaurante. No me gustó que pensaran que éramos pareja, pero no podía meterme en la mente de la gente, así que lo dejé pasar.

—Espero que la comida aquí sea mejor que un par de hamburguesas de Macdonald, porque sino, me voy a enfadar de verdad.

Ella río y rodo los ojos apostando que la comida era mil veces mejor que las hamburguesas, y sí, al final tuve que tragarme mis palabras porque, la verdad es que estaba deliciosa. Ella ordenó una especie de pasta rellena parecido a los raviolis llamada Tortelli di Zucca  y un par de jugos naturales.

Empezamos a hablar de una serie de temas, sobre todo del trabajo, hasta llegar sin darnos cuenta al tema de Allison.

—¿Y sus padres están de acuerdo con que se vaya a vivir contigo? No es por juzgar, pero es una cría, Nick.

—Ya no es una cría, además la madurez no va ligada a un número de mierda, sino de la experiencias vividas y las cosas que te ves obligado a aprender de ellas. Ya es mayor de edad y puede tomar sus decisiones libremente.

Madison asintió aunque hizo un gesto que indicaba lo contrario.

—Lo sé, y no te digo que no, Nicholas, pero no puedes olvidar que es su primer año de universidad, querrá divertirse, si no lo hace ahora dentro de poco va a querer hacer cosas como cualquier chica de su edad, y es bastante guapa como para conseguir tíos en cada esquina y, si no me equivoco, tú pareces el tipo de novio controlador. Eres casi cinco años mayor que ella, también debes pensar en eso.

—Cuido lo que es mío, y nada más.

Pongo los codos sobre la mesa y apoyo mi barbilla sobre mis manos mientras tomo un sorbo de mi jugo de naranja.

Madison pareció disgustada por mis palabras.

—Eso es un pensamiento bastante machista, y estoy segura que a ella tampoco le va gustar que la trates como un objeto, ella no es tuya.

Aprieto los labios y elevo las cejas.

—Ahora ¿me vas a dar un discurso feminista, Maddie?

—Esa no es la cuestión. Al parecer sufres de confianza hacía tu pareja, porque estoy más que segura que la familia de ella no aceptara que viva contigo, si de verdad estuvieses seguro de lo enamorada que está por ti no estarías intentado llevártela por todos los medios a tu casa, contrariando a su familia contra ella. En mi opinión es un movimiento bastante estúpido por parte de un hombre tan inteligente como tú.

—No tienes ni puta idea de lo que dices.

Madison rueda los ojos y niega con la cabeza y clava sus ojos marrones profundos en los míos.

—Como mujer que intenta abrirse camino en una empresa liderada por hombres. Podría decir que tenerte como novio sería lo último que haga.

—Soy el novio que toda chica desea tener, guapa—repuse clavando mis ojos en ella. Empezó a reírse y yo sonreí. Obviamente no era el mejor novio, pero al menos lo intentaba.

Después de terminar con nuestra cena volvemos al hotel sumergidos en un silencio nada incómodo llenado por la musica suave de fondo. A pesar de mis reparos y aunque no podía decirlo en vos alta por qué sabía que me traería muchos problemas, Madison no era una mala compañía, me sentía bastante bien estando con ella, era agradable y sabía escuchar, aunque a veces sea fastidiosamente honesta. Y en estos momentos necesito un amigo, ya que William estaba metidos en unos líos familiares, además de su ruptura con Steph también tenía otras cosas con que lidiar en estos días y Steph se había vuelto mejor amiga de Allison, así que me había quedado sin ningún amigo imparcial con quien hablar de mis cosas, pero me gustaba hablar con Madison y descubrir que aún existían personas normales. Por lo que me había estado comentando, sus padres seguían casados, su madre era una marquesa española que se mudó a los Estados Unidos y se casó con un político muy respetado por la mayoría de los partidos democráticos, también me contó que tenía una hermana que estudia medicina en la Universidad de Harvard.

Era agradable no tener que escuchar dramas familiares como las mías y poder evadir todo aquel campo; su compañía consiguió que me relajara, que mirara los problemas desde otra perspectiva y que de alguna manera me sintiese yo mismo como no conseguía sentirme con muchas personas.

Nada Más ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora