Mis pies desnudos se hundían en la arena mojada de la orilla de la playa, las olas frías iban y venían acariciando mis tobillos. El sol estaba picante en un cielo sin nubes. Mi padre siempre decía: "el mar limpia todos los males del alma".
Extrañaba mucho esta sensación, el agua del mar, el cálido sol en mi piel, la brisa con sabor a océano. Al fin estaba libre, al fin de vacaciones, empezando una nueva etapa en la vida. Ahora era profesional, toda una abogada graduada en la universidad de Stanford. Fueron unos largos ocho años de estudios, sumergida entre las letras de las leyes, donde crecí no solo en formación académica sino también como persona. Mi madre pagó la mitad de mi carrera con mucho esfuerzo, la otra mitad la pagué yo con la media beca que me brindaron al ser aceptada en la universidad de Stanford.
—¡Kristel, llegaron los tragos! ¡Esto se ve delicioso! —me llamó mi amiga Olga, desde una cómoda silla reclinable debajo de una gran sombrilla en la arena.
Dejé de mojar los pies en el mar y corrí a refugiarme del inclemente sol, debajo de la sombrilla donde me esperaban mis dos mejores amigas, Olga y Beatriz.
Olga es una chica latina muy sensual, su cuerpo es voluminoso, sus labios son carnosos, su piel es tostada y su cabello es muy llamativo, ondulado y oscuro, no es muy alta, pero eso no le quita lo hermosa. Gracias a ella es que estamos en este hermoso lugar, en las playas de Hawái, su padre le regaló una casa en Honolulu, en el distrito de Waialae y Kahala, por motivo de su graduación. Una chica muy afortunada.
Beatriz, es todo lo contrario a Olga, es bastante alta y esbelta, su piel es blanca como la porcelana y su cabello es amarillo y liso, sus ojos son azul muy claro, toda su fisionomía la hacen ver tan frágil como una gacela, y su personalidad es una mezcla de dinamita con ingenuidad, su cara está pintada con sutiles pecas color café.
Así que teníamos una enorme casa de verano para nosotras solas por cinco semanas, nuestro lema era: "Olvida las leyes y que empiece el descontrol". Solo sería por este verano, luego debíamos regresar a trabajar. Beatriz y yo empezaríamos en un bufete muy famoso en California, el bufete de abogados Dolan en San francisco, estábamos muy emocionadas de haber sido asignadas para trabajar allí. En cuanto a Olga, ella sería la nueva abogada de la empresa de su padre, su familia tenía una constructora de bastante renombre en San francisco, tenían muchísimo dinero.
—Mírale el culo a ese morenazo —dijo Olga tras dejar vacía su copa de margarita, no le quitaba los ojos de encima a un chico moreno que tenía un cuerpazo y se pavoneaba por la orilla de la playa.
—No seas vulgar, Olga... Creo que nos escuchó —regañé a mi amiga después de ver que el chico volteara a vernos, hasta nos regaló una sonrisa.
—Él sabe que está bueno, míralo como se mueve —comentó Beatriz, sus cachetes estaban colorados, su piel es demasiado blanca, de esas que se ponen rosadas cuando se agitan mucho o les pega el sol.
—Kris, recuerda que vinimos a hacer lo que queramos y por supuesto a tener mucho sexo... uno de esos culitos será mío... así que no me importa que me escuchen —alardeó Olga.
—No puedo ser como tú... Olga, te envidio. —Suspiré.
Olgaera bastante liberal, ella vivía la vida amorosa como el propio hombre, sin preocupaciones, sin apegos y nunca salía lastimada.
—Mi linda Kris, solo déjate llevar y olvídate de todos los idiotas que han desperdiciado ese hermoso culo que tienes —dijo Olga y se estiró para darme una fuerte nalgada, Beatriz la miró con mucha gracia y luego se rio a carcajadas chocando su copa con la de ella.
Olga me dejó la nalga palpitando, siempre ella con sus locuras y vulgaridades. Pero tiene razón, yo no tenía suerte en el amor, siempre daba lo mejor de mí y al final todos terminaban dejándome por sus proyectos de vida, por otras mujeres, o cualquier excusa, mi corazón había sido roto muchas veces. Olga no se daba mala vida por hombres, disfrutaba de ellos y listo, sin mucho romance, ni compenetrarse mucho, ella decía que como aún no llegaba el indicado, debía disfrutar el camino mientras tanto. En cambio, Beatriz, quien parece una modelo de porcelana, ha sido siempre muy recatada y estudiosa, y con los chicos era muy selectiva, ninguno había sido digno de estar con ella y seguía esperando al príncipe azul.
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ARRECIFE
RomanceEn los primeros días de vacaciones en las islas de Hawái, Kristel, una joven de 26 años, tiene una experiencia muy cercana a la muerte en un arrecife, lo que la hará ver la vida de forma muy diferente a como solía hacerlo antes. Pero lo mejor de tod...