Mi Queridísima, esto es para vos.

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¿No estás podrida de lo mismo de siempre? Son pecados amargos los que te invaden, no te dan un respiro.

La gente te difama, Mi Queridísima Argentina, y te hace ver como una sanatera que despilfarra sus tierras fértiles, ¡cuando ni siquiera te conocen o te vieron de cerca!

Ni que fueras de esos atorrantes que te ven con recelo y luego pisan tu cuerpo, manchan con barro el escudo y dicen que fue sin intención de dañarte.

¡Pero te hicieron pelota!; esas malas leches no te comprenden. Siempre fuiste hermosa, con tus colores apacibles, como dice el aria Alta en el cielo, un águila guerrera que audaz se eleva a vuelo triunfal.

Solo miren sus alas; una vez viajó tan alto que una adquirió el color del cielo, después bajó de su ensueño, acariciando al mar para tintar su otra ala de los sonidos oceánicos que disfrutan las zonas costeras.

El ala es paño, el águila es bandera.

Ni hablar de tu cultura, que el asado nunca falte en nuestras mesas y el dulce de leche no nos empalague. 

Y no podría, claro que no, Mi Querídisima, si con ese bailoteo de tus alas nos contagiás el amor por el tango. ¡Llamarte Gardel deberían!

Si fuera por vos, atraerías a los insurrectos para darles condena perpetua; ¡respetarte debería ser ley obligatoria, Mi Queridísima! Pero sos tan benevolente que te usan, te estropean y le echan la culpa al Gobierno de que estés perdiendo el cerúleo cuando estás tan alta en el cielo que duele.

Si fuera por mí, me quedaría en tus brazos e intentaría recobrar tu viveza.

¿Por qué te arruinan, querida? No les basta tu belleza, pero es cierto lo que dicen: "No hay nada bueno o malo, el pensamiento lo hace así", y si ellos se detuvieran a reflexionar sus acciones no hallarían respuesta inmediata. Porque la moral les cambia de un momento a otro, se retuercen cuales cabos de un barco a punto de zarpar.

Deben de asegurarse que estén resistentes para evitar errores o daños colaterales, su tripulación cuenta con esos cabos.

Ahora, ¿se entiende mi punto? Una cosmovisión sacada de arañazos producidos por fieras longevas de características pluricelulares. Aunque parece que la longevidad en este caso no es una edad sino un empecinamiento que trata de hablar de sabiduría.

La sabiduría no es un equivalente a la longevidad de esas fieras ignaras. Y vos, Mi Queridísima, sabés mejor que nadie lo que esa "sabiduría" le hace a tu medio ambiente.

Es tu cuerpo al que talan, tus atributos se ven envueltos en ese frenesí provocado por las fieras longevas, esas mismas que se creen superiores y a los pibes les inculcan el vandalismo de maltratarte.

¿No estás podrida de lo mismo de siempre, Mi Querídisima Argentina? Hablan mal de tu cuerpo, rebanan tus senos, ¡hacen lo que quieren estos insubordinados infames!

Pero no, yo elijo cuidarte. Me queda aislarme para salvar no solo a tus tierras que nos alimentan, a tu mar que nos refresca, sino también a tus compañeros de los que peligra su existencia.

Tal vez es la madre naturaleza, se quiere vengar por la "sabiduría" de nuestras acciones y nos quiere dar nuestra propia medicina; "¡ustedes acudieron a una matanza innecesaria por alborozo ignaro, ahora yo los pondré a ustedes en la situación que han puesto a mis hijos y hermanos!"

Salvate, querida, no es tu culpa el dolor de los argentinos y el prejuicio de los extranjeros; no es tu culpa la xenofobia, la discriminación, la difamación ni la pobreza o la hambruna. Si fuera por vos, ya no tendrían boca para expresar sus quejidos, lavándose las manos ante las consecuencias.

Poemario Interestelar | BlogDonde viven las historias. Descúbrelo ahora