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•|Paz|•

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•|Paz|•









UNA BELLA DAMA SE ENCONTRABA EN SU HABITACIÓN ADMIRANDO LA LUNA. Estaba acariciando su vientre donde crecía su hija que muy pronto nacería.

La bella dama ,nombrada Elizabet por sus padres, caminó hacia su cama.  Al llegar se sentó con cuidado para después tomar un libro y tratar de distraerse de sus pensamientos. En su cabeza repetía:

Todo va a estar bien. No hay nada de que preocuparse.

Hace un mes exactamente tuvo un "sueño" extraño. Estaba en un campo, los rayos del sol calentaban ligeramente su piel. Camino sin rumbo solo apreciando la variedad de flores que el campo ofrecía.

En su camino encontró un acantilado al cual se acercó despacio. La vista era hermosa.

Hermoso, ¿no?— una voz la hizo sobresaltarse.

¿Quien eres?—Elizabet miro en la dirección de la voz encontrándose con una mujer con un aura blanca rodeándola. Se alejó unos pasos rápidamente completamente alarmada.

Tranquila. He venido en paz. —al escucharla se relajó solo un poco, estando atenta a sus movimientos.—Soy la Diosa Luna.

Fingiré que te creo. ¿Que quieres?— Elizabet no  era tan idiota para creerle tan rápido.

Solo charlar.

—¿Solo eso?— la mujer con un aura blanca solo sonrió amablemente y asintió varias veces.

Ella lo pensó un momento

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Ella lo pensó un momento.

Supongo que charlar no le hace daño a nadie.

La mujer miró el horizonte.—Durante años he estado buscando un elegido para cargar con parte de mi poder y los he encontrado, pero no he escogido bien. En ese tiempo he evitado muchas veces guerras que acabarían con la vida existente.— mientras relataba su mirada se volvía más cansada.— Pero he estado demasiados años en la tierra y mi poder se limita cada vez más.

—¿Que ha sucedido con las personas que escogiste anteriormente?

—Algunos fueron asesinados por personas que ansiaban ese poder.  A otros le gano el egoísmo y lo usaron para hacer sufrir a muchas personas.— la Luna sonrió tristemente.—A esas personas tuve que asesinarlas.

—¿Entonces quieres que yo sea la siguiente?— por un momento Elizabet se entusiasmo con la idea de portar tal poder.

No, tú no.—dirigió su mirada al vientre de la contraria.—Tú heredera. Dare todo de mi para que funcione esta vez. ¿Que dices?

Elizabet dudo, algo así no se podía conseguir con facilidad.

¿A que precio? La paz es algo casi imposible de obtener y dudo mucho que simplemente se logre sin consecuencias.

—Parte de su felicidad se verá en juego. Pero todo esfuerzo tiene una recompensa.—la Diosa Luna le sonrió cálidamente.—Aunque tranquila, si todo sale bien ella al final será muy feliz.

Lo pensó varios segundos.

Acepto.

—Espléndido.—la Diosa Luna se acercó arrodillando frente al vientre para acercar sus labios y posarlos con delicadeza en el. Transmitiendo así parte de su poder.—Entonces es una promesa.

|𝙻𝚊 𝙿𝚛𝚘𝚖𝚎𝚜𝚊|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora