Capítulo 3: ¡No es justo!

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Arianne

- Recuérdame otra vez por qué estoy haciendo esto- digo por enésima vez en las puertas del gimnasio. Me sudan las palmas de las manos y mi corazón late más rápido que cuando Jorshua Cooper me sonrió en el último cumpleaños de Gabriela.

- ¿Porque... te gusta el baloncesto?- me contesta Lidia un poco confundida.

Ivy le pasó un brazo por encima de los hombros y le habló en tono confidente:

- Ahora te ponemos al día baby... - me señaló con un dedo acusador - respecto a ti, ¡se acabó! Ya hemos hablado de esto y no hay vuelta atrás. Entras ahí, lo das todo en la cancha y punto. Si te eligen o no, no depende de ti.

Pongo los ojos en blanco, sabiendo que tiene razón. Odio cuando soy yo la que no tengo razón.

Se lo prometí a Paul, se lo prometí a Lea, a mi madre y a mí misma. He entrenado para este momento. No más jugar en el patio de atrás de casa: hora de entrar en un verdadero equipo. Aunque pensándolo bien, ya pertenecía al equipo que entrenaba Paul, así que...

Tienen 12 años, por el amor de Dios. Dream Big.

Me deshago por quincuagésima vez en el día una de las dos trenzas en las que me he recogido el pelo.

- ¿Alguna noticia de Abbie y Gabriela?-intento desviar el tema sin que se me quiebre la voz. Sin éxito.

- Llegarán pronto- me sonríe Ivy- Estaremos en las gradas gritando por ti...

La miro mal. Lo menos que quiero es atraer la atención.

-No gritaremos...yo me encargo-interviene Lidia apretándome suavemente el brazo para darme ánimos- lo harás bien Ari, no te preocupes. Además, si puedes enfrentarte a mi hermano (y ya vimos que puedes), no creo que una canasta se te resista.

Bufo ante la mención de su hermano. Eso es diferente. No me da miedo la canasta, me da miedo tropezarme y caer con mis propios pies delante del resto de jugadoras. Y que todo el mundo se ría de mí.

Justo como si invocaras al demonio, Eric aparece caminando relajado con su ropa de deporte. Obviamente su sonrisa arrogante es parte indispensable de su outfit.

- Hermanita...- dice besando a Lidia en un lado de la cabeza- Ivy...-la aludida se cruza de brazos-espero que ya me hayas perdonando el incidente del otro día, creo haberte explicado mis razones...

Espera, ¿estuvieron hablando después del incidente de la salsa rosa? Parecían cómplices, cosa que no entendía, habíamos acordado hacerle la ley de hielo, ¿no?

Eric giró en redondo, centrando toda su atención en mí. Genial. Como si mi corazón no latiera lo suficientemente rápido ya. Me examinó lentamente. Me sentí un poco insegura en mis leggings y mi camiseta de baloncesto. Fue bastante incómodo, y por algún motivo me hizo sentir como si necesitara su aprobación.

-Ma belle...

Bufé y puse los ojos en blanco. ¿Ma belle? En sus sueños.

-Arianne-lo corregí entre dientes con una sonrisa falsa. Sorprendentemente, su sonrisa coqueta seguía ahí. Pensé que lo había espantado completamente con el incidente del otro día, porque vamos, no pude dejar el mensaje más claro. Cualquier otro chico hubiera dejado de hablarme, o mirarme si quiera.

-Creo que llegamos un poco tarde-me ignoró Eric abriendo las puertas del gimnasio y arrastrándome inevitablemente con él. Apenas pude decirles adiós a las chicas.

Y parecía que señorito ojos azules tenía razón, había perdido consciencia del tiempo. Genial, menuda primera impresión: llegando tarde. A nuestra entrada a la cancha muchos ojos se pusieron sobre nosotros, o más bien sobre Eric. Un chico estaba organizando grupos y miró a Eric de forma reprobatoria:

Quiero darte un beso (Versión II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora