Quiero darte un beso (Versión II)

Capítulo 6: Eres muy interesante, ma belle

Arianne

Observé a Eric besar con pasión a Tomas (que lejos de separarse le había seguido el juego) y no pude evitar llevarme una mano a la boca, cuando las lenguas hicieron una aparición estrella. Nunca hubiera imaginado que Eric decidiera aceptar mis condiciones por tomarse un café conmigo. En mi defensa diré que fue lo primero que me vino a la cabeza, en parte porque en su momento su comentario me había hecho gracia.

Era él quien había insertado esa idea en mi cabeza en primer lugar, no era mi culpa.

Tal parecía que mi enfado con él había desparecido entre las risas y los aplausos de mis compañeros de equipo que observaban divertidos (aunque probablemente confusos) a los chicos besarse.

Toda la situación con Eric me había sacado de mi zona de confort. Bueno, no solo me había "sacado", sino más bien había bombardeado y reducido a cenizas mi zona de confort. Tenía una constante presión en el pecho desde que nos habíamos besado. Mis sentimientos hacia él estaban divididos. Mi corazón latía más rápido y las mariposas se habían instalado en mi vientre cada vez que pensaba en nuestro encuentro de anoche. Nunca me imaginé que pudiera sentir ese ardor en el cuerpo ni esas ganas de pegarme piel con piel con otra persona. Había sido fuego puro y lo cierto es que no me arrepentía.

No me arrepentía de haber besado a Eric, esa era la verdad. Me arrepentía de todas las circunstancias que rodeaban a Eric. No era solo porque fuera un Don Juan, cada uno que disfrute de su sexualidad como quiera oye. Era porque su hermana era mi amiga y porque estábamos juntos en el mismo equipo. Honestamente, no me molestaba pensar que puedo ser una de "las múltiples chicas de Eric" si él fuera un completo extraño que conocí en una fiesta universitaria y al que nunca más tendría que ver. Sin embargo, una sensación extraña me embriagaba cuando pensaba que iba a ser una de las tantas chicas del equipo que se creyeron especiales y que mi estatus en el equipo se iba a ver condicionado por un estúpido error.

No me arrepentía de haberlo hecho, no me iba a martirizar con el asunto, es más, había trazado un plan para ignorar que alguna vez pasó. Al menos eso me repetía una y otra vez mientras volvía a mi casa después de que Eric me demostrara que solo me veía como un trozo de carne con el que se había encaprichado. Pero parecía que el universo tenía otros planes cuando mis amigas me abordaron en el almuerzo, haciéndome un interrogatorio en tercer grado. Al parecer Eric se lo había contado a Lidia, la cual se había tomado un café con mis amigas a lo largo del día, hundiendo mis expectativas de enterrar por siempre el infortunado encuentro.

- What? ¿En serio te liaste con Eric, también conocido como "el chico cañón que está para mojar pan" y no tenías pensado contarlo?- me abordó Ivy con su característica honesta actitud nada más cruzar la puerta de mi casa después de clase.

- Ocurrió anoche...y no os había visto- intenté escurrir el bulto, aunque obviamente no coló.

Las chicas me miraron entre enfadadas y ofendidas:

- Perdona si tengo las expectativas demasiado altas, pero lo correcto hubiera sido que nos despertaras entre gritos a las 4 de la mañana: viene en el manual de las mejores amigas.

Puse los ojos en blanco mientras me preparaba una ensalada:

- Lo tendré en cuenta para la próxima vez.

Ivy parecía exasperada. Gabi y Abbie simplemente me miraban expectantes como si estuvieran esperando a que les anunciara que me iba a casar con un miembro de la realeza:

- Sí, sí, lo que tú digas, ¿y los detalles?- insistió Ivy, cerrándome la puerta de la nevera en las narices antes de que pudiera coger unos tomates- no pensé que fueras tú la primera en liarse con un chico en nuestra primera semana en la universidad, siempre pensé que sería yo... pero lo cierto es que lo estoy disfrutando. ¡Dame algunos detalles jugosos!