Capitulo 3

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  • Dedicado a todas las personas que han sufrido el ataque de lubinas con complejo de tiburón
                                    

Hay alguien en mi habitación. Le llevo esperando varias horas. Su profunda voz inunda la estacia.

-¿ Preparada?

《Estoy temblando》

- Sí.

Salgo de la cama y me pongo en pie. No me puse el pijama para estar ya lista.

- Coge lo que vayas a llevar y la pulsera.

Al principio no sé de que me habla pero luego recuerdo la nota y la pulsera de cuero de la mesilla. La cojo y me la pongo sin dudar. Agarro las maletas, no sin antes despedirme silenciosamente de toda la gente que me importa y que dejo atrás. El hombre no me impide echarle un vistazo por última vez a las calles de Londres, mi hogar hasta ahora. Noto que una lágrimilla traicionera escapa por mi mejilla. Me la enjuago y me giro hacia el hombre.

- Estoy lista.

Entoces, sin pronunciar palabra, el extraño sale de las sombras y alza la mano haciendo un movimiento típico de las películas de mágia, que hace que aparezca ante mí, un portal giratorio de colores rojizos y en el centro negro. Si en estos momentos alguien me preguntase si estoy nerviosa, respondería que no. Siento como que lo que hay al otro lado me estuviera llamando para volver. El encapuchado hace una seña como indicándome que entre. Agarro bien las maletas estrujando el asa, y doy un paso al frente, sintiendo como la fuerza del portal me absorbe. Durante unos segundos no escucho ni veo nada (será porque tengo los ojos cerrados). Cuando los abro, veo ante mí un puerto de la Edad Media. Como el de los libros. Solo hay un barco atracado. A mi alrededor hay gente vestida con túnicas y vestidos. Noto que estoy fuera de lugar. Llevo unos vaqueros y una sudadera azul. Lo único que llevo a corde con lo que veo, son mis botines. A lo lejos escucho un cuerno.

- Vamos, el barco nos espera.

El único barco que hay es de madera con ojos de buey. Por la rampa suben jóvenes de mi edad, adultos, niños con sus madres, un elfo...¿Un elfo? Mi acompañante debe de notar que miro demasiado al elfo, porque me dice al oído:

-Sube te lo explicaré todo en el camarote.

Subimos y me dan un papelito con un número. Supongo que será el del camarote.

Después de bajar dos plantas y subir una(sí lo sé no tiene sentido pero soy feliz en mi mundo sin sentido), encuentro una puerta con el mismo número que el del papel. Abro la puerta,que también de madera, y me encuentro con una pequeña habitación, que consta de una cama y un escritorio. En una pared hay una puerta que lleva a un baño enano. Vamos, que aquí un gordo no cabe. Está muy bien equipado. Me pregunto cuánto tardaremos en llegar a tierra. En ese momento entra por la puerta el hombre que me ha acompañado durante el primer tramo del viaje.

- Pónte cómoda tradaremos unas horas en atracar en el puerto del país.

Se marcha cerrando la puerta tras él y me quedo sola con mis confundidos pensamientos. Al cabo de unos minutos decido salir a inspeccionar el barco. Dejo la puerta cerrada sin llave, tal y como me la encontré. Subo a cubierta y allí veo un grupo de chicas de mi edad más o menos vestidas con un atuendo de... bruja? Tengo que ir al psicólogo. Esto es demasiado. Me acerco a la barandilla que impide que nos caigamos y me apoyo. Siempre me ha gustado ir en barco y observar el mar al pasar. Estoy tan tranquila cuando de repente veo que algo se acerca a nosotros a mucha velocidad y bajo el agua. Me asusto. Mucho. Muchísimo. Demasiado... me va a dar un telele. Puede ser un tiburón, el monstuo del Lago Ness, una ballena... Ah! ¿Os he dicho que soy extremadamente asustadiza? Pues lo soy. El ser saca la cabeza cubierta de escamas azules, ojos grandes y azules, más claros que las escamas. Tiene unas orejas un tanto extrañas. Y yo como soy muy calmada no se me ocurre otra cosa que gritar:

Anya y la Puerta sin llaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora