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La cola apenas avanzaba e iba a llegar a ese paso diez minutos tarde al trabajo

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La cola apenas avanzaba e iba a llegar a ese paso diez minutos tarde al trabajo. Creo que sin duda alguna había sido un error no haber ido a la máquina del café pero no, "hoy me permito el lujo de comer algo en el Vips" con la suerte de toparme con una excursión de guiris que estaban tomando su queridísimo brunch y no sabían contar los euros. A pesar de todo aquello, al llegar mi turno la cajera me atendió con gran rapidez y pude volver corriendo a la redacción de El País. Sí, una pasada que trabaje ahí ¿verdad? Tampoco es que sea una fantasía periodística, pero obviamente que no iba a rechazar trabajar en uno de los periódicos más importantes del país (valga la redundancia). Lo de ser presentadora de televisión me quedaba muy grande y con muchos rechazos por detrás, desgraciadamente.

Corriendo con el desayuno casi saliendo de mi boca llegué quince minutos tarde de mi descanso, pero seamos sinceros, sabemos que no van a poner ninguna pega... O por lo menos hoy. Me adentré en uno de los ascensores del fondo y pulsé el número seis, donde se encontraba mi redacción mientras más gente entraba en aquel pequeño cubículo. A veces me hacía gracia compararme con el resto de trabajadores de allí, mis Converse rojas contrastaban fuertemente con los naúticos negros y los resplandecientes tacones. Como diría la adolescente Fany, "no soy como las otras chicas". A veces me da algo de grima recordar aquella fase, ugh. Al abrirse las puertas del sexto piso, hice mi camino para salir del ascensor y adentrarme más a dentro de aquellas agitadas oficinas. No tanto como las de políticas y deportes, pero aún así agitadas. Con una pequeña sonrisa fui saludando a mis compañeros.

—Hey Fany, ¿qué tal en el Vips? —preguntó Óscar desde su escritorio. Siempre dice que trabaja duramente, pero todos sabemos que la mayor parte del tiempo está jugando al LoL. Forma parte del equipo de mantenimiento de la página web.

—Ugh, sólo una palabra: guiris.

—De verdad, a este paso España se va a convertir en "Guirilandia"—mencionó María, una de las mejores compañeras que alguien puede desear, es redactora social como yo—. O al menos que se vayan todos a Mallorca y no incordien aquí.

No pude reprimir una pequeña risa. La verdad es que lo del turismo en España es una locura, siendo sinceros. A veces me pregunto cómo es que la península no se hunde con tanto peso de extranjeros. Al llegar a mi escritorio, encendí la pantalla de mi ordenador y observé el pequeño artículo que aún no había terminado y tenía que entregar al día siguiente, no pude evitar bufar ante la presión de la entrega. No era un artículo muy complejo, pero apenas había conseguido información para hacer una buena redacción. A pesar de ello, intenté acabarlo como pude para al menos librarme de esa pequeña carga y centrarme en otras investigaciones que estaba haciendo. Dudo mucho que alguien se fije en un artículo de cómo está progresando el ciberperiodismo, pero al menos quiero que sea presentable. Sin comerlo ni beberlo, acabé sumergiéndome en el propio artículo más de lo que esperaba y justo acabé a las tres en punto, final de mi turno. María y Óscar ya me estaban esperando a ambos lados del escritorio.

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