2: Nueva Inesperada

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Ya eran las siete de la tarde y, después de pasar casi toda la tarde tumbada, podía sentir como el hormigueo de mis piernas daba una sensación de cosquilleo incómodo

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Ya eran las siete de la tarde y, después de pasar casi toda la tarde tumbada, podía sentir como el hormigueo de mis piernas daba una sensación de cosquilleo incómodo. La verdad es que tener una parte de tu cuerpo dormida no es que sea muy agradable que digamos. Así que, una vez levantada, me dirigí al salón donde se encontraba Alicia leyendo uno de sus múltiples libros que guardaba en la vieja estantería de la sala, y me senté a su lado. La fragancia de una de las velas que había encendido inundaba el lugar. El aroma parecía una mezcla de vainilla y canela, la verdad es que ella tiene muy buen gusto para estas cosas.

—Hey Ali, ¿te vienes a dar una vuelta?

Alicia levantó su mirada y me miró por encima de sus gafas redondas. Parecía que no le hacía mucha gracia salir afuera, más teniendo en cuenta que no es que hiciera un poquito de frío, todo al contrario, te podías convertir en un cubito de hielo. A veces me pregunto como una gran ciudad como Madrid puede llegar a ser tan gélida en los inviernos.

—¿Ahora? Me pillas justo en el mejor momento de la trama.

—Oh venga, sólo quince minutos.

—Fany, ya es algo tarde y me pillas ocupada —dijo mientras ajustaba sus lentes—. Si tal mañana.

Me dejé escurrir por el sofá mientras pensaba en alguna idea para que la susodicha dejara el sillón y viniera a dar un paseo conmigo. Sin duda Alicia es la definición de casera hecha en persona, prefiere mil veces quedarse en casa (incluso sola) en vez de salir. Tan sólo dale un libro y un poco de música que ya se sumergirá en su pequeña burbuja personal. Aún me acuerdo de algunas de las discusiones que hemos tenido con ella para que le diera un poco el aire a la cara, lo único que hacía era coger una silla y sentarse en el balcón en vez de bajar a una cafetería a tomar algo. Resoplé fuertemente mientras me levantaba.

—Bueno, pues tendré que ir yo sola a Berkana a elegir un libro sin ninguna opinión aparte de la mía...

Con el sonido del libro cerrándose de golpe, sabía perfectamente que si mencionaba el nombre de esa librería no iba a recibir un no por respuesta. Alicia rápidamente dejó su libro a un lado mientras gritaba por el pasillo "¡Dame cinco minutos!" en los cuales en seguida se había puesto un vestido largo granate de invierno con un abrigo de borreguito. Creo que sin duda alguna ella es fan número uno de llevar vestidos y de los libros, por supuesto. Con una pequeña sonrisa en el rostro de ambas, bajamos a la calle para dirigirnos a dicha librería.

Al salir, el aire frío de febrero recorrió mis mejillas provocando que se tornaran a un rosado pálido dandome casi el aspecto de Heidi y sus mofletes. Así mismo, mientras caminábamos por las calles, estas mostraban el guiño identificador de que estabas en Chueca: banderas arcoiris por doquier, señales de LGBT friendly en todos los locales, música callejera... Dentro de lo que cabe es un barrio tranquilo, aunque de vez en cuando sí que había algún altercado pero no por parte de los vecinos de la zona y gente que viene a pasar la tarde, sino por aquellos que sólo vienen a buscar pelea sin ninguna razón más que no sea por "culpa" de los homosexuales. La verdad es que el tema me daba asco e impotencia con sólo pensarlo. Al cabo de un rato llegamos a la susodicha librería, podría jurar que los ojos de Alicia se habían llenado de un brillo indescriptible. A veces me pregunto porqué no se dedicaba a ser escritora, seguro que sería capaz de contar grandes historias después de haber engullido tantos libros a lo largo de su vida. Mientras yo me encontraba ojeando algún que otro libro en la zona de exposición, la chica de ojos verdes no paraba de acercarse a mí enseñándome todos aquellos libros que ella consideraba que valían la pena leer.

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