2. Comida con los Edwards

356 136 98
                                    


Muchos se levantan con el sonido de su despertador, o porque tal vez ya no tienen sueño. Si estás en un cuento de hadas, con el sonido de los pajaritos que se posan sobre el alféizar de tu ventana. En cambio, el mío es diferente. No solo porque normalmente me despierto por la alarma de mi celular, sino porque estoy segura de que el estruendo de la puerta abriéndose y los pasos firmes solo podían ser de mi ma...

—HAYDEN SCARLETTE JOHNSON HALLS.

¿La nueva forma de llamarme es por mi nombre completo o...?

—Son las diez veintiséis de la mañana y no te has levantado. Necesito que me ayudes a ordenar unas compras y, además, ¿Qué crees?

—Creo que debería de dormir unos minutos más —me quejo, a la vez que me froto los ojos. Mamá me echa una mirada dura.

Siempre hemos sido muy unidas y nos hemos llevado bien toda la vida. Pero que el Señor cuide a las personas cuando Hilary Rose se enoja. Y cabe destacar que ahora no lo está.

No me doy cuenta de que está hablando hasta que mueve su mano, apuntando a un lugar incoherente.

—... una comida con los vecinos de al lado, fueron muy amables en invitarnos, así que levántate de esa cama, ayúdame a ordenar y luego te alistas para la comida, ¿entendido, señorita?

Me levanto algo perezosa de la cama y alcanzo el celular mientras ella me mira con los brazos en jarras. Analizo sus palabras y frunzo el ceño.

—¿Qué vecinos? No conocemos a nadie de por aquí.

Que yo sepa. Pero en mi defensa, cuando me despierto, normalmente me toma unos minutos saber quién soy, de dónde vengo y qué hago aquí.

Ella camina hasta la puerta y antes de salir, dice:

—Exacto, y es una oportunidad para comenzar a conocer a la gente así que vamos, ponte en función.

Como soldado ante su sargento, acato la orden.

—Sí, señora. Ya mismo bajo, voy a lavarme los dientes y a desenredar este nido de aves —digo lo último señalando mi cabeza.

Luego de hacer lo dicho, y ayudar a mi madre a organizar los alimentos, subo a mi habitación a prepararme para la "comida con los vecinos" a la que yo en ningún momento dije que estaba dispuesta a ir. Pero ya saben lo que dicen las madres: "Mientras seas menor de edad, no te gobiernas".

Sí. Solo que, con unas palabras más dulces, pero el significado es el mismo.

Me entro a la ducha y me doy un baño de diez minutos. Miro la hora y noto que me quedan quince para alistarme. Es suficiente.

Cuando estoy frente al armario, la voz de mi madre suena en mi cabeza:

—Te recuerdo que, con los nuevos vecinos debes ir lo más decente que puedas. Nada de pantalones por las rodillas ni sandalias. Siempre hay que dar una buena impresión —había dicho ella, cuando entraba los vegetales en el cajón.

Aun cuando yo no soy una impresora.

En la soledad de mi habitación, digo una respuesta.

—Claro querida madre, pero tampoco es una reunión con el presidente de Japón, así que informal, no evitarás que vaya.

Tomo unos Jeans azules y largos. Seguido, agarro una blusa con mangas, color azul pastel y unos tenis del mismo color. Ato mi cabello en una coleta alta y me aseguro de que ningún mechón rebelde se salga de su lugar. Como accesorios, tomo unos aretes simples y un anillo con pequeños diamantes falsos incrustados.

La Nueva Vida De Hayden ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora