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Desperté, día sabado, buen comienzo.
Tenía todo un fin de semana por delante y nadie con quien pasarlo, desearía tener a mis antiguas amigas, con las que salía los fin de semanas..
Pero no, claro que no. Tenía a un par de preguntonas y demasiado extrovertidas amigas, y a un imbécil que se creía lo que posiblemente no era.
Y eso no era lo peor, si es que no salía de casa probablemente terminaría peleando con mi hermano, por lo que preferí salir a dar un paseo para pensar que hacer, lejos de casa.
Entré a la ducha y luego de vestirme con unos jeans y una camisa, salí de casa sin que nadie lo notara.
Comencé a caminar por la cuadra, y no paré hasta dar con un pequeño parque al final de esta. Me senté en una banca y me puse mis audífonos, para no hacer aburrido el lugar.
Todo iba tranquilo, hasta que sentí a alguien sentarse a mi lado. Me quité un audífono y lo miré anonadada.
"Así que.. Cathleen. ¿eh?" — alzó una ceja y sonrió amargamente.
"¿Quién te di.. — Traté de formar palabras, hasta que me interrumpió.
"Tengo contactos, pequeña." — dijo sacando un cigarro de la cajetilla que había deslizado de su bolsillo sin que yo lo notara.
"¿Qué quieres?" — solté sin pensarlo dos veces.
"Me pregunto si tendrás ese mismo genio en la cama."
"Ugh, no se puede hablar contigo." — suspiré volviendo el audífono a mi oído, comenzando a ignorarlo.
Habían pasado cerca de 10 minutos y el seguía a mi lado, fumandose el cigarrillo que me tenía intoxicada.
"Disculpa, ¿me harías el favor de ir a fumar a otro lugar? me tienes sin respirar." — dije con el sarcasmo goteando de las palabras.
"No." — respondió sin más.
"Que pedazo de idiota tengo a mi lado." — me levanté murmurando, decidida en volver a casa.
"¿Qué me has dicho?"
Seguí caminando, ignorando sus palabras, hasta que sentí sus fuertes brazos rodear mi cintura, los cuales me alzaron y me hicieron volver a la misma banca en la que estaba antes. Se posicionó en medio de mis piernas y fijó su mirada en mis ojos, los que estaban perdidamente analizando su rostro.
"Escucha, no me gustan los juegos. Sé que trabajas para Sean. Ahora, o me dices en qué consiste la mierda esa de operación H, o acabo contigo en este mismo instante." — su voz reflejaba enojo y sus ojos la ira repentina. Si no hubiera sido por ello, no le hubiera creído, pero aquí me encontraba, con un esquizofrénico que creía que era de alguna banda, o qué se yo que más.
"N-no sé de q-que hablas.." — tartamudeé. Mierda.
"Primera ley del mentiroso, el tartamudeo. ¿En serio odias tanto tu vida como para querer acabarla?"
"Juro que no conozco a Sean, ni sé de que hablas." — traté de zafarme de su agarre.
El pánico aún no entraba en mí, hasta que su mano entró en el bolsillo de su chaqueta negra. Dejándome ver una afilada navaja, la cual no tardó en posicionarse en mi cuello.
Las lágrimas comenzaron a salir, me sentía débil y a él parecía no importarle. Me iba a matar, en ese mismo lugar.
"E-espera. J-just..Justin." — traté de decir, pero el parecía no escuchar, sus ojos mieles estaban desapareciendo, siendo reemplazados por un oscuro café.
"Saluda a mi madre allí arriba."
Cuando comenzaba a hundir la navaja, reaccioné. El miedo me hizo recapacitar, bruscamente.
Golpeé su parte baja, y el cayó a un lado, maldiciendo con las manos en su entrepierna.
Tomé ventaja para comenzar a correr, como era de mañana nadie había visto la escena, por lo que era obvio que nadie había llamado a la policía para hacerle saber que teníamos a un maníaco suelto en la calle.
Llegué a casa agitada, respirando descontroladamente, pero no había nadie despierto aún. Saqué mi teléfono y marqué el número de la policía.
"Muy buenos días, sub comisario James al habla. ¿Podemos ayudarle en algo?" — escuché de la otra línea, lo cual me hizo sentir en parte algo protegida.
"Hay alguien que intentó matarme. Necesito ayuda. Se tienen que llevar a este maníaco." — dije con la voz alterada.
"Trate de calmarse y dígame si sabe algún dato del individuo."
"S-se llama Justin. Justin Bieber."
La voz del policía no se hizo presente, solo un suspiro algo derrotado.
"¿Está ahí? ¿Me escuchó?"
"Señorita.. No podemos hacer nada en este caso."
"¿Por qué?"
"No podemos contra el señor Bieber. Trate de alejarse de él, así como lo hacen los demás en la ciudad."
La llamada finalizó y mi mandíbula por poco cae al suelo. ¿Como que no pueden contra el? ¿Por qué habló con tanto temor?
Mi teléfono hizo un leve "beep" indicando que tenía un mensaje de texto nuevo.
De: Número Desconocido.
"¿Ves? Nadie puede contra mí, ni siquiera tú, pequeña."Diganme que esto no va en serio, por favor háganlo..
Y bieeeeen, aquí el tercer capítulo de TMD.
Probablemente odieis a Justin en los primeros capítulos, debido a su imponente, arrogante, y egocéntrica actitud. Pero chicas, luego sabrán el por qué de sus actitudes.
Además, "Del amor al odio hay un paso." ¿No? Quiero sensuales votos y comentarios que me insentiven a seguir escribiendo.Much love, xx.
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The Most Dangerous - Justin Bieber y tú -
FanficY aquí estoy. Sintiéndome cada segundo que pasa más arrepentida de todo esto. Pensando que si mi hermano no hubiese hecho tantas mierdas juntas, quizá podría estar con mis amigas, en mi casa, en mi país y continuando la vida que llevaba desde hace 1...