2. Sin daños a terceros

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De reojo observé por la ventana a Sebastián acercarse y como pude me reincorporé del suelo, consciente de que no podía salir con los invitados presentándoles semejante rostro y de que ya habíamos demorado demasiado. A pocos segundos llamó a la puerta y todas miraron mi reacción.

-Cariño, nuevamente tuve uno de esos ataques de ansiedad que acostumbro, me he arruinado el maquillaje completo y estamos haciendo milagros por aquí.

-Perfecto, no demores demasiado ¿Si? Quiero disfrutar el resto de la fiesta contigo a mi lado.

Mis siempre fieles compañeras de vida en automático comenzaron a arreglarme con lo que encontraron en sus propios bolsos y debía tener un aspecto patético por todas los tipos de maquillaje que usaron en mi rostro. Pero eso no importaba, aun cuando siempre trataba de lucir impecable, mi mente se mantenía ocupada en lo que usualmente me motivaba a todo, Yesung. ¿Por qué después de tantos años me escribía? ¿Para qué lo hacía? ¿Cuáles eran sus intenciones? La cabeza comenzaba a martillarme y si no quería que la mentira a mí esposo se hiciera realidad, debía calmarme a la de ya, después de todo, lo más seguro era que, conociendo a Yesung por diez años, necesitaba de alguien que lo elogiara tanto como lo hacía yo. Él siempre se sentía solo y las redes sociales junto con los halagos a su persona era lo que muchas veces lo mantenían en pie. Necesitaba a una amiga, eso era más probable, que extrañara mis buenas palabras para no sentirse tan amargamente solitario, aunque eso también sonaba demasiado pretencioso de mí parte. Pero si eso era lo más razonable... ¿Qué de malo podría tener que le escribiera como una simple amiga? Siempre le había dejado en claro que sería lo que el quisiera, y, si el necesitaba una amiga, eso sería para él.

Antes de salir con mí, esposo - el solo mencionar aquella palabra me hacía querer salir corriendo- nuevamente revisé el celular, había muchísimos comentarios más, a los cuales, por mi propia salud mental, preferí hacer caso omiso. Sólo había un "corazón" de Yesung en mi respuesta y con eso bastó para salir con la mejor sonrisa de mi vida.

Aquella horrible "Fiesta" había terminado, estuve a punto de sentirme un poco más aliviada hasta que recordé la segunda parte de este festejo... "Luna de Miel" resonó en mi mente y sentí escalofríos en pleno verano. Era algo a lo que había decidido enfrentarme la misma noche que le dije a Sebastián que nos casáramos, me había dicho a mí misma que si pasaría mi vida con él, era algo a lo que debía habituarme y centrarme en ello cómo una necesidad fisiológica, pero el hecho de que el amor de mi vida escribiera, cambiaba mucho la forma en que comenzaba a ver las cosas.

Nuevamente mis mosqueteras me ayudaron a deshacerme de aquel vestido vaporoso sólo para enfundarme otro un poco más corto y ceñido al cuerpo, el color me fascinaba, azul zafiro, y por la sonrisa traviesa, supe que había sido idea de Nataly quién en cuanto pudo, me susurró

– Yo sé que no quieres estar aquí, tú no quieres hacer esto... Aún puedes huir – Su mirada de tristeza casi me convenció para salir corriendo en dirección al aeropuerto pero en mi mente de forma rápida recordé las razones por las cuales estaba allí, me limité a negar con la cabeza y le dediqué una miserable sonrisa.

Sebastián era lo más parecido a mí Ángel Guardián en la tierra. Lo conocía desde los 16 años en el bachillerato, desde siempre había querido formar parte de mi vida en el término romántico pero yo jamás lo había visto como algo más que a un hermano mayor, y con él mismo defendiéndome y cuidándome hasta de mi misma, no podía concebirlo de otra forma, era mi familia... Y terminó siendo literal. Podía recordar cuando él mismo planeaba un viaje a Corea, los dos juntos, solo para poder a acercarme a Yesung... A mis dieciocho años me había ayudado a enviar mi solicitud para la Universidad Kyung Hee, él estuvo estudiando conmigo durante todos los semestres escolares para obtener calificaciones perfectas y así obtener un lugar y una beca en el área de Arte Creativo y Diseño. Lloró de felicidad conmigo cuando la carta de aceptación llegó, y también lloró a mi lado cuando a mi madre le habían diagnosticado un cáncer que probablemente era terminal. Apoyó mi decisión de quedarme y renunciar a mi más grande sueño permaneciendo conmigo durante aquellos terribles años de hospital, casa, escuela, trabajo y cuidar de mi hermana, jamás se alejó, al contrario, trabajamos mano a mano en una cadena de pizzerías y a menudo, cuando doblaba turnos para generar más dinero, llegaba a casa y me encontraba con la comida en la mesa y él cuidando de mi hermana mientras mi madre estaba en quimioterapias. ¿Cómo podía simplemente ignorar la única forma de pagarle por el apoyo? Era algo justo, después de todo, mis sueños habían sido truncados ¿Qué más daba casarme con él? La vida me escupió en la cara.

Ever Lasting ¿Friend?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora