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5. ¿Enserio huelo mal? ¿Qué? ¿Huelo a mar? Oh... Okay

Bendita suerte la mía. Tenía que tropezarme con algún chico de aquí, y para colmo este tenía una tenebrosa espada, ahora que lo pensaba mejor, las espadas que había visto usar a los otros eran de madera, y esta no.

—Lo siento —bajé la cabeza avergonzada, y estuve a punto de irme corriendo hasta que escuché su voz.

—No te preocupes.

En ese instante levanté la cabeza. El chico parecía ser de mi edad, pero sus ojos eran más tristes, casi iguales que los míos cuando mi madre murió, ¿tambien había tenido una pérdida?. Sus ojos definitivamente me llamaban la atención, pero su ropa no se quedaba atrás. Llevaba puesta una chaqueta de aviador de cuero, camiseta negra y pantalones vaqueros; lo hacían ver como uno de esos chicos dark.

 Llevaba puesta una chaqueta de aviador de cuero, camiseta negra y pantalones vaqueros; lo hacían ver como uno de esos chicos dark

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—¿Nueva en el campamento? — interrumpió mis pensamientos.

—¿Tanto se me nota? —solté una risa, a lo que él bajó la cabeza.

—E-Es que no te había visto antes. Te recordaría —el chico se sonrojó y yo también.— Tengo buena memoria.

Sonreí.

—Oh claro.

—Ehh... soy Nico. Nico Di Angelo.

Tardé un par de segundos en responder, lo cual me había hecho parecer tonta porque era como si no recordara mi nombre. Aunque pasa, ya sabes... cuando algunas veces te quedas sin palabras.

—¿No tienes un nombre? Bueno...

—Soy Lena.

—Esta bien. Yo... E-Es un gusto Lena.

Asentí levemente y nos quedamos un par de segundos en silencio.

—¿De que cabaña eres? —pregunté y lo dije muy fuerte.

Nico se encogió de hombros.

—Mi padre es Hades.

¿Hades? ¿Ese no era el de los muertos? Eh, no es que no me agradara es más no lo conocía, pero se me hacia un poco tenebroso.

—Cool.

Nico hizo una mueca.

—Tienes los ojos muy parecidos a alguien que conozco —susurró.

Si es a Percy, no quiero que digas más. Me mordí la lengua para no decirlo.

—Sí, bueno no tienen nada de especial —me encogí de hombros, antes de que dijera algo, agregué—. Me tengo que ir. Fue un gusto conocerte Nico. Espero que tengas lindo amanecer.

Me alejé y luego me golpee mentalmente. ¿Lindo amanecer? Demonios. Era lindo día. ¡Tenía que decirle "Lindo día"! ¿En que estaba pensando? Pues claramente no en las palabras correctas.

A mitad de mi caminata sin rumbo, paré, luego me toqué él estómago. Tenia hambre y como a nadie parecía importarle, me acerqué a lo que para mi suerte parecía ser un comedor. Los platos, cubiertos y demás ya estaban puestos, pero no había nada más. Estaban vacíos. Angustiada por comer algo, me senté en una de las mesas y tomé un plato, mirándolo con angustia. Cuanto quisiera una pizza. Hace tiempo no la como.

Cuando esta apareció en el plato no dudé en empezar a comerla y es más ni siquiera me pregunté de donde había salido. Al fin y al cabo era comida y sí aparecía con solo desearla no le veía el inconveniente.

—¡Hey! ¡Aún no es la hora del almuerzo! —detuve la pizza a medio camino y gire la cabeza. No me culpen si fui descortés, y no dije hola, pero es que estaba sorprendida. Había un tipo mitad cabra allí. Ya sé, he visto a un dios, a un cíclope que resulta ser mi querido hermano Tyson y a Quirón que es bueno un... centauro. Pero esto de las criaturas mitológicas cada vez me sorprendía y aún no me acostumbraba—. Pero ya que... Sería de mala educación no acompañarte —se sentó a mi lado y la comida en su plato también apareció, a diferencia de la mía, era un combinación de frutas y verduras, los colores eran tan geniales y se veía muy apetitoso.

—Soy... Lena.

Él se metió una lechuga a la boca y asintió.

—Lo sé —me sonrió—. Eres hija de Poseidón, hueles a mar al igual que Percy. Nosotros tenemos una conexión así que se me hizo más fácil reconocerte, a menos que seas un monstruo marino...

—Nunca me habían dicho que me parezco a uno, pero gracias —sonrei y traté de ocultar mi enojo hacia Percy, así que agregué—. ¿Cúal es tu nombre?

El chico cabra me respondió después de comerse un racimo entero de uvas.

—Grover. Mucho gusto Lena.

Asentí.

Luego se escucharon voces que cada vez se hacían más cercanas. A los pocos segundos dos chicos aparecieron, sin darse cuenta de nuestra presencia, y empezaron a empujarse, uno de ellos golpeó al otro y este empezó a sangrar.

Me levanté enseguida, y Grover me tomó él brazo.

—No.

Y como siempre no hice caso.

Lena Morris y la búsqueda del cíclope. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora