Silencio (1)

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Su pupitre se sentía bien al tacto de sus dedos, era hasta entretenido. Tenía mucho sueño y sus ojeras últimamente habían empeoradado al grado de llamar la atención de algunas personas.

Francamente era un fastidio. Mathias golpeó su cabeza contra el pupitre que segundos antes acariciaba.

El timbre va a sonar en poco... — pensó — Él vendrá, estoy seguro. Ni el verano ni irse de vacaciones con sus abuelos lo puden cambiar, no a un retorcido como él.

En el instante que sonó el timbre él se acurrucó aun más en sus brazos y cerró sus ojos con pesadez. Conforme el salón se iba vaciando, sentía una mirada clavada en él que lo hacía querer pararse y salir de ese salón como cualquiera de los demás chicos normales.

Mathias levantó su cabeza y empezó a guardar su cuaderno con unas manos temblorosas. No estaba tratando de escapar, claro que no, solo quería... ir a su casa, como todos los demás. Pero paró en seco cuando sintió una mano pasar por su hombro para apretarle fuerte, al grado de hacerle poner una mueca de dolor que intentó esconder entre sus cabellos oscuros.

— Hola Math ¿A dónde ibas con tanta prisa? Que yo recuerde tu y yo tenemos algo pendiente...

— Oh ¿Enserio? Nadie me lo había dicho. — fingió estar desentendido — He quedado con unos amigos. Me voy.

Intentó pararse pero la mano de Daren en un instante lo había vuelto a sentar con brusquedad.

— ¿Amigos? Tu no tienes amigos. —dijo con burla— Si eres un asocial con temperamento de mierda.

— ¿Por casualidad no te estas describiendo a ti?

— Que gracioso eres, también te extrañaba.

Mathias sonrío por lo bajo.

— Solo quiero hacerte reír hasta morir. —dijo como si fuera lo más natural del mundo — No sería mi forma ídeal de verte morir, pero con que mueras, me basta.— Su hombro picaba, quería esas manos lejos de él — Desgraciado hijo de puta.

Daren apretó su hombro con más fuerza y soltó un bufido.

— No te recordaba tan irritante. — sonrío con el cejo fruncido— Y eso de los amigos ve a contarselo al vagabundo de la esquina, que son más falsos que la sonrisa que tengo ahora.

Mathias puso una mueca al escuchar eso, era cierto, odiaba ser sociable, por qué había inventado una mentira tan mala? Entonces sintió como la mano en su hombro iba bajando por su pecho y sonrió triste.

— ¿Sabes? Tienes razón. En realidad no tengo amigos. Tan solo no quería verte. Ahora que lo sabes, puedo irme?

— No, no pudes.

Podía sentir la mirada de Daren en su cuello, quemaba como mierda. Sus manos empezaban a temblar un poco y tuvo que apretar su mochila para que no se notase. Intentó ocultar su angustía detras de sus cabellos negros. Se respiraba la tensión en el aire y Math seguía sin atreverse a moverse.

— No me has dirigido ni una puta mirada. — sentía su aliento caliente en su cuello — ¿Por qué?

—No me jodas — Su sonrisa era irónica — ¿Me estas diciendo que quieres que te sonría? ¿Que te mire y te de los buenos días cuando entres al maldito aula? —Se levantó abruptamente empujando el brazo de Daren que comenzaba a darle náuseas — ¿Quieres que te trate como mi amigo? ¡No me jodas! ¡No cuando tu y yo sabemos que has venido aquí solo para violar-...!

Sintió el golpe en un su mejilla izquierda tan rápido como intentó gritar la verdad. Daren sonrió y agarró su cabello oscuro para levantarlo y volver a propinarle otro puñetazo en el mismo lugar. Math sentía que todo le daba vueltas cuando una patada en su estómago lo tiró al suelo quitandole el aire y la poca valentía que había reunido en todo su verano.

[AGRIDULCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora