Las Euménides son divinidades ctónicas que moran en el Érebo, unas fuerzas primitivas anteriores a los dioses olímpicos. Son la personificación femenina de la venganza, las diosas del Tártaro, que persiguen a los hombres que caen en pecado, hostigándolos hasta hacerlos perder la cordura.
Alecto, la moral, que castiga el incesto
Megera, la celosa, que pena la infidelidad
Tisífone, la implacable, que sanciona el parricidio
Justas pero inclementes, ningún rezo ni sacrificio puede conmover a las hermanas, ni impedir que estas lleven a cabo su tarea. Representan la rectitud de las cosas dentro del orden del mundo, protectoras del cosmos frente al caos.
Existen diversos mitos sobre estos seres. Se dice que son criaturas de aspecto grotesco, e incluso se les compara con las arpías y las gorgonas, pero la verdad es otra totalmente distinta.
En realidad estas son poseedoras de una sublime hermosura, que utilizan a su favor para atraer a los hombres, seducirlos con sus encantos, y luego hacerlos sufrir un lento y desgarrador martirio que los lleva a la locura, o incluso a la muerte. Portan alas majestuosas como las de un enorme cisne, de colores vistosos como el oro, pero pueden cambiar su aspecto a conveniencia y así castigar a sus víctimas sin ser descubiertas.
Pero estas despiadadas deidades provenientes del inframundo, advierten una gran curiosidad hacia los mortales, sobre todo la más joven de las tres hermanas, Alecto, quien siente una fuerte atracción por los seres humanos.
Un día esta última conoció a un joven mortal, al cual se entregó sin saber que este era casado. Cuando supo de esto ya era demasiado tarde, pues su hermana mayor, Megera, lo mató luego de torturarlo durante días por su infidelidad hacia su esposa. Pero algo inesperado sucedió, y es que Alecto había quedado embarazada de aquel muchacho.
Cuando la menor de las euménides dio a luz, sus hermanas le dijeron que debía deshacerse de esa criatura que había nacido de tal pecado. Alecto no tuvo el valor de matar a su hija, asi que llevó a la bebé recién nacida al mundo de los mortales y la dejó en la puerta de un orfanato en la periferia de Tesalia.
La niña, a la cual nombraron Ariadna, fue adoptada antes de cumplir el primer año de edad, y sus nuevos padres se la llevaron a vivir lejos de Grecia, a Estados Unidos.
Al cumplir los dieciocho, Aria se convirtió en una muchacha casi tan bella como su madre. Por supuesto, la chica aun no sabía que en realidad era hija de una diosa de la venganza, y que por sus venas corría la virtud de las furias. Aun no sabía que en sus manos tenía el poder de someter a los hombres, ponerlos a su merced, y hacerlos perecer.
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Las Alas Del Pudor
FantasiaLas Euménides son divinidades ctónicas que moran en el Érebo, unas fuerzas primitivas anteriores a los dioses olímpicos. Son la personificación femenina de la venganza, las diosas del Tártaro, que persiguen a los hombres que caen en pecado, hostigán...