Prólogo

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 Llevabamos cuatro meses en Tasmania, todo iba de maravilla, pero ¿a quién engaño? Ahora todo apestaba como los calcetines de Calum.

El profesor Kurt seguía recuperándose del ataque de M.A.C.E. el uso excesivo de sus poderes para escabullirse y proteger a los jóvenes de la isla en ese momento, su preocupación por el resto de los chicos que habíamos sido capturados y su gigantesco estrés por saber de Michael lo habían desgastado tanto física como mentalmente, esa era una de las desventajas de tener poderes mentales.

Él estaba en una habitación junto a la mía, Michael lo visitaba todos los días, la poca participación de su abuelo solo significaba una cosa: él debía dirigirnos de ahora en adelante y aunque llevaba cuatro meses intentándolo lo mejor que podía, les puedo decir que desde mi habitación lo está haciendo muy bien, solo que penas recibo visitas de su parte y lo extraño.

Mejor comencemos desde el principio, desde el día que llegue aquí.

Cuando mis pies pisaron Tasmania les juro que casi hago como el Papa y beso la tierra debajo de ellos, Dylan, Birdy, y Ashton nos esperaban ansiosos, Michael estaba con el profesor Kurt, quería tiempo a solas con su abuelo, así que los demás nos recibieron y después de llorar por un buen rato nos adentramos en el bosque, estábamos en la parte más alejada de Tasmania.

Recuerdo que Luke sostenía mi mano como si tuviera miedo de perderme de nuevo, yo también temía lo mismo así que le devolví el agarre de la misma manera.

La estructuras eran parecidas a la de la isla solo que todo era mucho más pequeño, incluyendo nuestras nuevas habitaciones, de ahora en adelante compartiría una litera con Birdy.

Había un centro comercial, un instituto, un coliseo, un laboratorio, el núcleo estaba bien equipado y más cerca de la playa.

Parecía un sueño estar de vuelta a la Academia, dentro de mi ansiaba empezar mis clases de nuevo y terminar mi entrenamiento.

El problema fue cuando el equipo de telepatas que se encargaba de localizarnos y los Vigilantes informaron a nuestros preocupados padres sobre lo que había sucedido con nosotros en M.A.C.E, obviamente omitieron algunos detalles, pero al final la preocupación era la misma.

Hablaba con mis padres y mi hermano todos los días, era una constante discusión sobre quedarme o no en Tasmania, casa sonaba tentador después de tanto tiempo, después de esa clase de sufrimiento, los recuerdos venían en flashbacks y ecos, a veces escuchaba llorar a Birdy antes de dormir, las primeras semanas no fueron para nada fáciles. Pero ya había hecho un hogar de la Academia, parte de mi corazón se mantenía aquí y necesitábamos toda la ayuda posible para superar lo ocurrido, entonces ¿qué mejor manera de hacerlo juntos? Con aquellos rostros que atravesaron lo mismo que tú y entienden tus problemas.

Para mi cumpleaños número dieciocho se me autorizó ver a mis padres y a Nate en un pequeño pueblo de Australia, así que me llevé conmigo a Luke para que los conociera y me diera algo de fuerza, gracias al cielo se llevaron de maravilla.

Pero las ganas de volver a casa con mi familia aumentaron ansiosamente, fue el mejor cumpleaños del mundo se los aseguro, despedirme fue lo más duro que hice en mi vida. Pero tenía que quedarme un poco más, había algo en mí que me decía que todavía necesitaba este lugar.

A Dylan también lo dejaron ver a sus padres, pero como fue parte de un experimento diferente al resto de nosotros los Investigadores le recomendaron que se quedara por más tiempo para realizar estudios y evitar que se produjera cualquier problema a futuro.

Eso me daba otra razón para quedarme.

Cuando ya teníamos tres meses establecidos y todo parecía funcionar como antes fue cuando empezamos a tocar fondo y enfermarnos parecía ser lo más común entre nosotros.

Birdy y Ashton fueron unos de los primeros con fiebres de cuarenta y dos grados y desmayos espontáneos.

Luke fue uno de los peores ya que duró un día entero en coma, el sufrimiento que producía veinticuatro horas encerrada en m.a.c.e no se comparaba con lo que sentía durante el tiempo que duró él en una cama sin abrir los ojos, lo único que hacía era llorar, apretar su mano y rezar para que despertara. Durante esas horas comencé a sentirme débil, pero culpe a la montaña rusa de emociones que se había producido en mí.

Fue casi automático, en el momento en el que abrió sus hermosos ojos celestes, empecé a vomitar.

Llevaba tres semanas en una jodida cama del hospital con nauseas y zumbidos torturando mis oídos, la mayoría de los chicos parecía recuperarse rápido y eso era bueno, los investigadores se mantenían trabajando y estudiando, causas, estadísticas, muestras de sangre, de orina, antídotos, explicaciones, todo, eran efectos secundarios de los sueros inyectados en nuestros organismos. Lo peor fue cuando dos de los chicos a los cuales les habían inyectado el mismo suero que a mí ya no parecían ser capaces de manifestar sus poderes.

Y eso me volvía loca.

¿Qué habían hecho con nosotros?

¿Acaso estaba lista para dejar de controlar el metal?

¿Mejoraría en algún momento? 

//c. soon//

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