Alyn recorrió los inmensos pasillos que se abrían ante ella casi con desesperación, no encontraba la salida. Cada que daba un paso, una nueva pared, cada cual más alta que la anterior, se alzaba ante ella impidiendo su liberación. Su tan ansiada libertad...
Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, se quedó en un tortuoso, y ya conocido, silencio. Alzó lentamente la mirada analizando las impenetrables rocas ante ella, éstas eran de un color gris oscuro, parecido al mármol, excepto porque el mármol no tenía tenebrosas y oscuras raíces verdes, marrones y negras sobresaliendo por todas partes. Algunas rellenando todo el espacio posible casi asfixiando el color gris dejando que el verde, el marrón negruzco y el negro puro cubrieran casi todo el camino.
Se puso de pie de un salto, gritando con furia. Gritó a todo aquel que le quisiera escuchar, gritó al cielo, a la tierra, a esas malditas paredes que la encarcelaban tan profundamente. Elevó su puño en el aire y lo impactó con furia contra aquella macabra mezcla de colores, al ver que el dolor en su interior no se calmaba volvió a repetir el proceso varias veces más. El ardor que antes solo residía en su mente se centró en sus nudillos, perdida en su pequeño y extraño alivio, no paró. Hasta que un escalofriante y seco sonido llamó la atención de la alterada chica.
¡Crack!
Dio un salto hacia atrás, ¿acaso alguien había escuchado sus gritos? ¿Los golpes habían llamado la atención de algún resentido ente invisible? Escuchó atentamente, dejando que sus casi dormidos sentidos se agudizaran lo máximo posible. Al no oír nada relevante soltó un contenido sollozo, observando su mano derecha con furia. La recogió entre su palma izquierda, la acunó entre sus dedos tratando de calmar el abrasador sentimiento que la consumía.
Alyn dejó que las lágrimas resbalaran a sus anchas, al fin y al cabo nadie le iba a ver. Nadie le iba a juzgar, porque como siempre estaba sola. Mientras se lamentaba, mientras dejaba que los fluidos de sus fosas nasales mancharan la sangre que cubría sus heridas, mientras las lágrimas resbalaban lentamente hasta unirse completamente con su alma rota... Mientras todo eso ocurría, una aterciopelada voz llegó a sus lastimados oídos:
Dulce niña con ojos miel...
Dulce niña perdida...
Escucha mi voz....
Escucha mi voz....
Parpadeó sin comprender de donde salía esa voz, era tan atractiva y calmada. La voz comenzó a formar un círculo a su alrededor, llenándola de un placer desconocido. El dolor había desaparecido de su ser, en ella solo quedaba espacio para escuchar esa voz. Bendito sonido que la relajaba y le volvía otra persona.
Dulce niña ven conmigo, tengo un refugio muy bonito....
Abre tus alas, comienza a volar....
Yo te guiaré, alza tus alas...
Yo te llevaré...
El extraño cántico le empezó a provocar un cosquilleo en el inicio de sus hombros, el cosquilleo bajó lentamente hasta llegar a mitad de su espalda. El cosquilleo adoptó forma y fuerza, ardiendo en profundidad. Los gritos de la niña se entremezclaban con la cantinela que no bajó su ritmo ni elegancia a pesar de que los chillidos hubieran calado en cualquier alma, Alyn se retorcía como corazón en pena buscando un mejor refugio. Lejos de ese maldito laberinto.
Dulce niña estate tranquila...
Todo el dolor acabará...
Todo será mejor...
Abre tus alas y ya...
De pronto, tras esa frase, el dolor cesó tan rápido como había venido. Alyn, confundida como estaba, se levantó de su lugar casi arrastras. Sus piernas temblaban, su labio también, su suave y blanco cuerpo se balanceaba como una hoja al viento. Muerta de miedo. Un nuevo peso se alzaba tras ella, alargó sus finos dedos hasta encontrar el causante. Saltó hacia atrás con el miedo clavado en su rostro, un rostro que poco a poco fue relajando sus facciones. Tomó aire y volvió a tocar, sus dedos se tambaleaban suavemente sobre las blancas plumas que ahora decoraban su espalda. A la niña le habían crecido alas.
Vuela...
Vuela...
Mi dulce niña...
Yo guiaré tu camino...
Estupefacta Alyn se centró en alzar el vuelo, como si se tratase de un músculo más sus alas se desplegaron en toda su magnitud. Cualquiera que hubiera paseado en ese momento por el desolado laberinto hubiera creído que estaba observando a un ángel, sus heridas habían sido sanadas y sus ojos habían adquirido un brillo extravagante. Sus manchados ropajes habían sido sustituidos por un blanquecino vestido.
Vuela...
Vuela...
Sé libre junto a mí...
Yo te liberaré....
Las alas reaccionaron ante las peticiones de la voz, se alzaron elevándose en el cielo azul. Alejándose finalmente del laberinto, aquel en el que había vivido tanto tiempo. La reacción no era la que nadie se hubiera esperado, pues mientras era alejada de su infierno no sonrió. Lloró en agonía al darse cuenta de que no era alejada de una pesadilla, si no que era arrebatada de su hogar.
Dulce niña perdida...
Has ganado al fin...
Dulce niña perdida...
El camino a la libertad se abre ante ti...
Y, finalmente, toda historia guarda una parte de verdad. Mientras la niña lloraba huyendo del laberinto, en el mundo real quien sufría era una mujer desolada, destrozada porque había perdido a su única hija.
Alyn yacía en su cama, la arma de lo ocurrido entre sus manos, sus brazos llenos de cicatrices y heridas abiertas, que supuraban incansablemente. El líquido rojizo cubría gran parte de su cuerpo, incluido el cuchillo de cocina que empuñaba débilmente. Sus ojos cerrados ya no brillaban aunque sus mejillas demostraban un pequeño y perdido rastro de lágrimas.
La niña perdida había sucumbido al encanto de la muerte. Dulce y pobre Alyn que no ha encontrado la salida a su laberinto personal.
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Los cuentos de Abdelhak
Mystery / ThrillerSI ESTÁ LEYENDO ESTA HISTORIA DESDE CUALQUIER LUGAR QUE NO SEA WATTPAD CORRE EL RIESGO DE QUE LE HAYAN METIDO UN MALWEAR/VIRUS Libro principalmente creado para participar en "La hora del misterio 2: Juego mortal" de @MisterioEs . Ocasionalmente su...